RTVE: la pantalla opaca
En
televisión y cine es habitual el término “fundido a negro”; quizá el recurso
más antiguo que se emplea para separar secuencias de imágenes. Concretamente,
simula la sensación que percibimos cuando cerramos lentamente los ojos.
Precisamente
eso parece haber hecho Radio Televisión Española, cerrar los ojos, ante la
solicitud de un ciudadano que ha requerido al ente público que le facilite cuáles
han sido los gastos que supuso la participación de España en el festival Eurovisión
de 2015.
¿Qué ha
respondido RTVE? No contesta. Evidentemente, que dé la callada por respuesta no
contribuye a que la ciudadanía tenga una opinión positiva acerca de la gestión
del ente. Extraña esta actitud de escasa transparencia tanto de RTVE como del
Grupo Popular que controla su acción, y muestra, dicho sea de paso, una actitud
totalmente negativa.
Si bien
tan solo concursar en Viena requirió del pago de 356.000 euros, a ese
desembolso habría que añadir los gastos habidos en viajes, alojamientos, dietas
y vestuario, además de los correspondientes a delegaciones y acompañantes, tal
y como solicita conocer este ciudadano.
Es
evidente que el clima político actual, felizmente, nada tiene que ver con el de
hace una decena de años; al menos en cuanto a la demanda de transparencia que
la ciudadanía exige del político. Por ejemplo, desde hace un año existe el
Consejo de la Transparencia, que ha terciado en este caso y ha pedido a RTVE
que aporte los datos que le han sido requeridos; pero no, el ente público no
parece haberse adaptado a los nuevos tiempos y entiende que es mucho mejor
vivir y comportarse como en la era del blanco y negro.
Los
presupuestos de los que se nutre RTVE provienen de los presupuestos generales
del Estado; ello quiere decir que son de origen público y que, como tal, al
público se deben. Sin embargo, no quiere dar a conocer el coste de este
festival; un dinero que sale del bolsillo de todos los contribuyentes.
Sinceramente, no sé a quién compete tomar esta decisión, pero lo que sí sé es
que esta utilización oscurantista del dinero público va en contra de toda
normalidad política.
Los
Telediarios dan cuenta, día tras día, de los casos de corrupción que parecen no
tener fin en el Estado. Y actitudes como las que mantienen los gestores de la
cadena pública no hacen más que profundizar en este mal endémico: pensar que
RTVE es el cortijo privado de unos pocos, o no percatarse de que la
transparencia es la base de la democracia.
Además de
para separar secuencias de imágenes, el término “fundido a negro” también se
emplea metafóricamente para simbolizar el fin, el cierre o la desaparición bien
de un programa, de un medio o de un ente. Esperemos que RTVE deje de ser opaca
y abra los ojos a tiempo.
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