Los olvidados
Dahla no es solo el nombre del campamento en el que nos encontramos en
tierras argelinas, de hecho, es el homenaje a una ciudad del mismo nombre en el
Sáhara Occidental a la que los saharauis recuerdan desde un millar de
kilómetros de distancia; al igual que ocurre con El Aaiun, Smara y Auserd,
además de la quinta wilaya del campamento de Tinduf llamada 27 de Febrero (día
en el que se proclamó la República Árabe Saharaui Democrática). Un desierto los
separa en más de 40 horas de viaje, al igual que los obstáculos diplomáticos lo
separan más de 40 años de lejanía. Nada más llegar, sin embargo, nuestros
anfitriones se han preocupado por nuestro duro viaje de fin de semana en verano
hasta Tinduf. ¿Qué vamos a pensar nosotros entonces de su duro y largo
padecimiento?
Bajando de las escaleras del avión que nos trajo de Argel a Tinduf me
venían a la cabeza las imágenes de Felipe González en estos mismos campamentos
antes de ser presidente del Gobierno de España durante 14 años. ¡Catorce años!
Entonces decía: “Sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas
promesas nunca cumplidas. No voy a prometeros algo sino a comprometerme con
la historia. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria
final”.
Cuatro décadas más tarde el pueblo saharaui es el mayor de los olvidados, y
Felipe González ya no dice lo que decía entonces. El Sáhara es un vacío; es la
consecuencia de una horrible política malamente gestionada por un gobierno
franquista español. Antidemocrático y antediluviano, pero español. Es decir,
podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el conflicto del Sáhara es una
responsabilidad también española, y que cuando se habla de la modélica
transición, el conflicto del Sáhara, que es parte de ese ensalzado periodo, es
un ejemplo más de que no fue lo ejemplar que se nos quiere hacer ver.
Han pasado cuatro décadas y siguen siendo los grandes olvidados. Como
escribía ayer: “Las palabras de la noche las borra el día”. Se aprobarán
mociones en los ayuntamientos, se les enviará dinero, se llevarán adelante
hermanamientos que únicamente sirven para acallar las malas conciencias de esos
gobiernos que niegan la responsabilidad que existe en la situación actual del
Sáhara Occidental, pero su travesía en el desierto de los olvidados se
perpetúa.
En el XV Congreso del Frente Polisario se ha destacado ese error del
Gobierno español que, en su opinión, debe reparar. Una asamblea a la asisten
2.343 congresistas y en cuyo caluroso ambiente reina la presencia del principal
ausente. Mohamed Abdelaziz está enterrado pero su figura permanece a
través de su mensaje. Todos han recordado su legado político, de unidad de la
causa saharaui; de lucha contra la ignorancia, el extremismo y el terrorismo;
de la creación de sus instituciones bajo su liderazgo. Tres de sus hijos han
reconocido en el acto que en muchas ocasiones comunicaron a su padre que no
querían que fuera presidente pero el pueblo le eligió. “Fue un hijo del pueblo,
nos ha enseñado que no hay otro hijo que el pueblo saharaui”, han asumido.
43 años y 15 congresos después, es la primera vez que Abdelaziz falta a esta
cita; su salud se lo ha impedido para siempre, algo no pudo impedir que el
pasado mes de marzo estuviera en la visita histórica del secretario general de
la ONU Ban Ki-moon. “La Historia no escribirá que él no estuvo allí”, se han
felicitado sus seguidores. Y precisamente ellos y ellas deberán ser quienes lo
escriban de hoy en adelante, bajo el liderazgo de Brahim Gali, primer
secretario del Frente, una vez sea elegido. Actualmente, la causa saharaui está
en las instituciones, pero la descolonización de Marruecos solo se conseguirá a
través de referéndum.
El pueblo saharaui es gente que llega al corazón con facilidad. Lo he
podido comprobar a través de la familia Dayah, con la que nos han alojado en
una jaima. Allí, como en todos los hogares saharauis, siempre hay sitio para un
té; una costumbre que supone todo un ritual. Lo hierven tres veces, porque con
el primer hervor el té es muy amargo, y se desecha, pero se va endulzando en el
proceso. Ellos dicen que el primer té es amargo como la vida; el segundo es
dulce como el amor; y el tercero es suave como la muerte. El pueblo saharaui ya
lleva demasiado tiempo de tragos amargos y es de justicia que pronto puedan
disfrutar de la dulzura y la suavidad de su tierra; un lugar que varias
generaciones no han conocido, otras lo añoran y demasiadas personas, como
Mohamed Abdelaziz, no la volverán a ver.
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2016/07/09/mundo/los-olvidados
No hay comentarios:
Publicar un comentario