Con tu dinero no se juega
Pataleta. Eso es lo que hemos vivido esta semana en
la capital del Reino de España. Una pataleta. La del Partido Popular.
Por segunda vez en pocos meses, el Senado ha vuelto
a acaparar los focos de la atención política como muy pocas veces lo hace. En
su momento, fue la aprobación del artículo 155 de la Constitución Española,
hoy son las enmiendas a los presupuestos. Lamento no poder avanzar lo que vaya
a acontecer con las enmiendas que el PP viene amagando con presentar, ya que el
plazo para hacerlo expira mañana a mediodía y, al menos hasta este momento en
el que escribo estas líneas, el Grupo Popular no ha concretado el nivel de su
amenaza.
El PP está actuando por despecho y diciendo que no
hemos cumplido lo firmado. Afirmación gratuita y sencilla de rebatir, porque en
realidad no tendrían más que señalar qué parte del acuerdo firmado hemos dejado
de cumplir, pero no lo hacen. El Partido Popular sabe perfectamente que nada
tiene que ver una negociación de presupuestos con una moción de censura y,
menos aún, con una investidura. Cosa distinta es que quieran confundir a
la ciudadanía. Nosotros hemos jugado claro desde el principio. Por si alguien
no lo recuerda ya, en esta frenética sucesión de acontecimientos, en 2016
votamos ‘no’
a la investidura de Rajoy y hubo que repetir las elecciones ante la falta de
acuerdo general para elegir a un Presidente del Gobierno. Hicimos lo mismo tras
los comicios del año siguiente y, finalmente, tuvo que ser la abstención del
PSOE -con las consecuencias internas que tuvo para ellos- la que posibilitó que
Mariano Rajoy llegara al Palacio de la Moncloa. La pregunta es sencilla, ¿en
qué hemos roto nuestro acuerdo presupuestario con el apoyo a la moción de
censura? La respuesta es clara: no hemos roto nada.
Quizá en el
PP hayan pensado que el pacto alcanzado para las Cuentas de 2018, que era única
y exclusivamente para eso, les garantizaba nuestro apoyo incondicional en otros
ámbitos, pero eso no ha sido nunca así. El problema del Partido Popular ha sido
que un Grupo con 137 escaños no ha tenido la capacidad para resistir desde su
posición en el poder ante la mayor capacidad de otro Grupo que, con sus 84
escaños y desde la oposición, ha sabido aunar las adhesiones suficientes para
llegar al Gobierno. Algo que debería dar que pensar a los responsables de
Génova.
El problema es claro: la falta de reacción ante la
sentencia de la Gürtel. No han tenido capacidad de respuesta ante procesos y
situaciones gravísimas que les estaban ahogando. No supieron, no pudieron o no
quisieron reaccionar antes de la sentencia a los casos de corrupción y tampoco
han sabido hacerlo después. Se han quedado parados y han obligado al
resto a moverse.
Necesitan de un periodo de luto. Es duro lo que les
ha pasado y hay que entenderlo en el plano personal, pero ello no obsta para
que reflexionen sobre las razones que les han llevado a esta situación. Lo que
no deberían de hacer es actuar con venganza y acabar arremetiendo contra los
intereses de Euskadi. Tal vez les ayudará recordar cómo
en 2009 el Partido Nacionalista Vasco venció en las elecciones autonómicas
vascas pero PSOE y PP se aliaron para desplazar a Ibarretxe y colocar a Patxi
López en Ajuria Enea. Pese a ello, nosotros seguimos trabajando con todo aquel
que tenga responsabilidad, sea en la institución que sea, para tratar de pactar
en todo aquello que pueda ser beneficioso para la sociedad vasca. Lo hicimos en
Madrid con el PP para aprobar los presupuestos de 2017 y 2018, y lo haremos en
adelante con el nuevo Ejecutivo central, con el que trabajaremos en favor de la
Agenda Vasca, que no significa otra cosa que contribuir a responder a las
necesidades de la sociedad vasca a la que representamos.
Los populares están
dolidos, y lo entiendo, pero la revancha no es el camino que deberían seguir. No sé cómo explicarán qué partidas del
presupuesto que eran buenas en el Congreso ahora no lo son en el Senado.
Además, algo les tiene que dar que pensar a los diputados y senadores vascos
del Grupo Popular si al final deciden votar en contra de partidas negociadas y
aprobadas que dotarían de mejores recursos e infraestructuras a Euskadi. Tal
vez encuentren la respuesta en las declaraciones del presidente del PP vasco,
Alfonso Alonso, que ha deslizado que algunas de esas modificaciones “podrían no gustar al PNV”. Literalmente. No creo que haga falta recordar al
señor Alonso que esos millones, o aunque solo fuera un solo euro, que
presumiblemente van a variar en las cuentas no son para el PNV sino para el
conjunto de los ciudadanos vascos.
Incluido él, claro. Tal vez
le dé igual recibir menos servicios con tal de tratar de castigar al PNV,
cuando en realidad perjudica a los vascos a quienes dice representar.
Lo cierto es que aunque no ha sido una semana fácil
para nosotros, tampoco les arriendo las ganancias a los miembros del PP. Muchos
de sus responsables están verdaderamente preocupados porque ven que con la
dimisión de Mariano Rajoy muchos importantes actores coetáneos del Partido se verán
obligados a poner fin a toda una vida dedicada a la política y a dejar paso a
las nuevas generaciones.
Parece que no quieren retrasar mucho la convocatoria
de su Congreso. Hemos visto esta semana que los senadores populares no
estaban centrados en las iniciativas que estaban defendiendo sino que lo
estaban más en los ‘dimes’ y ‘diretes’
internos, viendo cómo se movían sus ‘jefes’ y previendo dónde tenían que
ir ocupando espacio. Pero la clave del cambio sigue siendo la misma: la
búsqueda del acuerdo. Si van a mover las estructuras del Partido, como parece
traslucirse tras la dimisión de Rajoy como presidente, estas no se pueden
reconstruir desde la venganza y la pataleta. Al contrario.
La habitual calma y reflexión en el Senado se han
tornado esta semana en tensión y crispación. La mayor parte de los senadores y
senadoras populares han sido cordiales con nosotros,
pero desde la dirección del Partido Popular han contribuido a tensionar las
relaciones a raíz de nuestro apoyo a la moción de censura que hizo Presidente a
Pedro Sánchez.
En el lado más “alegre” de la balanza, este nuevo Gobierno, va
a tener dos grandes ‘patatas calientes’ que afrontar en su gestión: la
economía y el tema catalán. En el primero, va a tener que responder ante temas
evidentes y objetivos, que se podrán comparar fácilmente, pero el segundo es distinto.
Para empezar, ya ha abierto una pequeña luz en un túnel muy oscuro, y ahora
necesita de cuatro elementos para dar con el método y los criterios de trabajo:
diálogo, negociación, acuerdo y ratificación de lo acordado por la
sociedad catalana.
Bien cierto es que con los nombramientos de los
ministros ha puesto alguna ‘chinita’ en el camino; me refiero, claro, a Josep
Borrell como Ministro de Asuntos Exteriores, algo que ha generado preocupación
en los partidos catalanes. La brecha abierta ha sido importante pero habrá que
dar tiempo al nuevo Ejecutivo para ver si fructifica la actitud mostrada por
Sánchez para el diálogo.
Lógicamente,
también en Euskadi estaremos atentos al nuevo tiempo. El desarrollo del
Estatuto, las transferencias pendientes, la política penitenciaria o la
Seguridad Social seguirán en nuestra agenda, fieles como siempre a la defensa
de los intereses de la sociedad vasca.
Mi artículo de opinión, hoy en Grupo
Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario