domingo, 10 de junio de 2018


Con tu dinero no se juega
Pataleta. Eso es lo que hemos vivido esta semana en la capital del Reino de España. Una pataleta. La del Partido Popular.
Por segunda vez en pocos meses, el Senado ha vuelto a acaparar los focos de la atención política como muy pocas veces lo hace. En su momento, fue la aprobación del artículo 155 de la Constitución Española, hoy son las enmiendas a los presupuestos. Lamento no poder avanzar lo que vaya a acontecer con las enmiendas que el PP viene amagando con presentar, ya que el plazo para hacerlo expira mañana a mediodía y, al menos hasta este momento en el que escribo estas líneas, el Grupo Popular no ha concretado el nivel de su amenaza.
El PP está actuando por despecho y diciendo que no hemos cumplido lo firmado. Afirmación gratuita y sencilla de rebatir, porque en realidad no tendrían más que señalar qué parte del acuerdo firmado hemos dejado de cumplir, pero no lo hacen. El Partido Popular sabe perfectamente que nada tiene que ver una negociación de presupuestos con una moción de censura y, menos aún, con una investidura. Cosa distinta es que quieran confundir a la ciudadanía. Nosotros hemos jugado claro desde el principio. Por si alguien no lo recuerda ya, en esta frenética sucesión de acontecimientos, en 2016 votamos ‘no’ a la investidura de Rajoy y hubo que repetir las elecciones ante la falta de acuerdo general para elegir a un Presidente del Gobierno. Hicimos lo mismo tras los comicios del año siguiente y, finalmente, tuvo que ser la abstención del PSOE -con las consecuencias internas que tuvo para ellos- la que posibilitó que Mariano Rajoy llegara al Palacio de la Moncloa. La pregunta es sencilla, ¿en qué hemos roto nuestro acuerdo presupuestario con el apoyo a la moción de censura? La respuesta es clara: no hemos roto nada.
Quizá en el PP hayan pensado que el pacto alcanzado para las Cuentas de 2018, que era única y exclusivamente para eso, les garantizaba nuestro apoyo incondicional en otros ámbitos, pero eso no ha sido nunca así. El problema del Partido Popular ha sido que un Grupo con 137 escaños no ha tenido la capacidad para resistir desde su posición en el poder ante la mayor capacidad de otro Grupo que, con sus 84 escaños y desde la oposición, ha sabido aunar las adhesiones suficientes para llegar al Gobierno. Algo que debería dar que pensar a los responsables de Génova.
El problema es claro: la falta de reacción ante la sentencia de la Gürtel. No han tenido capacidad de respuesta ante procesos y situaciones gravísimas que les estaban ahogando. No supieron, no pudieron o no quisieron reaccionar antes de la sentencia a los casos de corrupción y tampoco han sabido hacerlo después. Se han quedado parados y han obligado al resto a moverse.
Necesitan de un periodo de luto. Es duro lo que les ha pasado y hay que entenderlo en el plano personal, pero ello no obsta para que reflexionen sobre las razones que les han llevado a esta situación. Lo que no deberían de hacer es actuar con venganza y acabar arremetiendo contra los intereses de Euskadi. Tal vez les ayudará recordar cómo en 2009 el Partido Nacionalista Vasco venció en las elecciones autonómicas vascas pero PSOE y PP se aliaron para desplazar a Ibarretxe y colocar a Patxi López en Ajuria Enea. Pese a ello, nosotros seguimos trabajando con todo aquel que tenga responsabilidad, sea en la institución que sea, para tratar de pactar en todo aquello que pueda ser beneficioso para la sociedad vasca. Lo hicimos en Madrid con el PP para aprobar los presupuestos de 2017 y 2018, y lo haremos en adelante con el nuevo Ejecutivo central, con el que trabajaremos en favor de la Agenda Vasca, que no significa otra cosa que contribuir a responder a las necesidades de la sociedad vasca a la que representamos.
Los populares están dolidos, y lo entiendo, pero la revancha no es el camino que deberían seguir. No sé cómo explicarán qué partidas del presupuesto que eran buenas en el Congreso ahora no lo son en el Senado. Además, algo les tiene que dar que pensar a los diputados y senadores vascos del Grupo Popular si al final deciden votar en contra de partidas negociadas y aprobadas que dotarían de mejores recursos e infraestructuras a Euskadi. Tal vez encuentren la respuesta en las declaraciones del presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, que ha deslizado que algunas de esas modificaciones “podrían no gustar al PNV”. Literalmente. No creo que haga falta recordar al señor Alonso que esos millones, o aunque solo fuera un solo euro, que presumiblemente van a variar en las cuentas no son para el PNV sino para el conjunto de los ciudadanos vascos. Incluido él, claro. Tal vez le dé igual recibir menos servicios con tal de tratar de castigar al PNV, cuando en realidad perjudica a los vascos a quienes dice representar.
Lo cierto es que aunque no ha sido una semana fácil para nosotros, tampoco les arriendo las ganancias a los miembros del PP. Muchos de sus responsables están verdaderamente preocupados porque ven que con la dimisión de Mariano Rajoy muchos importantes actores coetáneos del Partido se verán obligados a poner fin a toda una vida dedicada a la política y a dejar paso a las nuevas generaciones.
Parece que no quieren retrasar mucho la convocatoria de su Congreso. Hemos visto esta semana que los senadores populares no estaban centrados en las iniciativas que estaban defendiendo sino que lo estaban más en los ‘dimes’ diretes’ internos, viendo cómo se movían sus ‘jefes’ y previendo dónde tenían que ir ocupando espacio. Pero la clave del cambio sigue siendo la misma: la búsqueda del acuerdo. Si van a mover las estructuras del Partido, como parece traslucirse tras la dimisión de Rajoy como presidente, estas no se pueden reconstruir desde la venganza y la pataleta. Al contrario.
La habitual calma y reflexión en el Senado se han tornado esta semana en tensión y crispación. La mayor parte de los senadores y senadoras populares han sido cordiales con nosotros, pero desde la dirección del Partido Popular han contribuido a tensionar las relaciones a raíz de nuestro apoyo a la moción de censura que hizo Presidente a Pedro Sánchez.
En el lado máalegre” de la balanza, este nuevo Gobierno, va a tener dos grandes ‘patatas calientes’ que afrontar en su gestión: la economía y el tema catalán. En el primero, va a tener que responder ante temas evidentes y objetivos, que se podrán comparar fácilmente, pero el segundo es distinto. Para empezar, ya ha abierto una pequeña luz en un túnel muy oscuro, y ahora necesita de cuatro elementos para dar con el método y los criterios de trabajo: diálogo, negociación, acuerdo y ratificación de lo acordado por la sociedad catalana.
Bien cierto es que con los nombramientos de los ministros ha puesto alguna ‘chinita’ en el camino; me refiero, claro, a Josep Borrell como Ministro de Asuntos Exteriores, algo que ha generado preocupación en los partidos catalanes. La brecha abierta ha sido importante pero habrá que dar tiempo al nuevo Ejecutivo para ver si fructifica la actitud mostrada por Sánchez para el diálogo.
Lógicamente, también en Euskadi estaremos atentos al nuevo tiempo. El desarrollo del Estatuto, las transferencias pendientes, la política penitenciaria o la Seguridad Social seguirán en nuestra agenda, fieles como siempre a la defensa de los intereses de la sociedad vasca.
Mi artículo de opinión, hoy en Grupo Noticias


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