La obsesión por el
poder a toda costa
“Si una película es buena, lo es en inglés, kurdo o
euskera”. Esta es la idea con que saludó Eneko Sagardoy el Goya que recibió por
su extraordinaria interpretación del gigante de Altzo en la película ‘Handia’.
Tuve la oportunidad de felicitar a todo el equipo del film por los diez premios
Goya recibidos y, una semana después, sigo recordando con emoción aquella gran
noche para un equipo joven, ilusionado y profesional al recibir un merecido
reconocimiento que supone también un revulsivo para la producción cultural en
euskera.
Frente a la actitud positiva, abierta y constructiva
que todo el equipo de ‘Handia’ demostró al recibir los premios, esta semana
hemos vuelto a escuchar el contrapunto negativo, cerrado y destructivo de
Albert Rivera recurriendo al manido y falso dilema: “Yo lo tengo claro: si me
tienen que operar o atender, lo importante no es si tienes un certificado
lingüístico, sino si te van a salvar la vida." Evidente, señor Rivera;
ahora bien, lo que usted oculta es que, en realidad, la atención sanitaria en
la Euskadi bilingüe es de mayor calidad que en la España monolingüe. Eso sí,
resulta también evidente que lo que su actitud pone de manifiesto, en realidad,
es el desprecio a las lenguas minoritarias y, especialmente, al euskera.
En la Gala de los Goya se utilizó el euskera con
naturalidad y total normalidad; en algunos momentos expresaba un sentimiento
íntimo y personal, en otras ocasiones incluso podía tener un tono
reivindicativo. Por mi parte, cada vez que veía un plano de Albert Rivera en el
patio de butacas pensaba que probablemente no había escuchado tanto euskera
seguido en toda su vida. No sé si la Gala del pasado sábado pudo ser la causa,
pero lo cierto es que esta semana el Grupo de Ciudadanos presentó en el
Congreso una Proposición de Ley que, bajo un título impecable, pretendía
eliminar la obligatoriedad de conocer la lengua cooficial para acceder a las
promociones de empleo público.
Además de ser una iniciativa de dudoso encaje
constitucional, ya que choca frontalmente contra el contenido de los Estatutos
de Autonomía, se trata de un nuevo fuego que la formación naranja trata de
prender a la caza, una vez más, de un puñado de votos. Afortunadamente,
Ciudadanos se quedó solo en esta ocasión, pero su actitud es preocupante porque
no solo cuestiona la normativa vigente, sino que intenta medrar atentando
contra los derechos lingüísticos. Estos derechos se han obtenido tras años de
trabajo riguroso y paciente, se han fortalecido con el compromiso institucional
y social, individual y colectivo. Nos preocupa comprobar que, cuando todavía
nos encontramos en la fase de consolidación de estos derechos lingüísticos, una
formación política impulse una involución con tanta demagogia e
irresponsabilidad.
Hay que tener en cuenta que para que cualquier persona
pueda ser libre a la hora de expresarse y elegir el idioma a utilizar, se tiene
que dar una premisa que hoy todavía es inexistente, esto es, que el
conocimiento del euskera sea universal. En tanto en cuanto esta situación no se
alcance, el euskera seguirá necesitando de una discriminación positiva. La
cuestión de las lenguas minoritarias fue debatida en la última asamblea
parlamentaria del Consejo de Europa y soy testigo de que, en este foro, la
representante de Ciudadanos no dijo “ni esta boca es mía”.
La referencia cinematográfica de ‘Handia’ y el nombre
de la formación política de Rivera se han asociado en mi mente y me han
recordado la que algunas personas consideran la mejor película de la historia:
‘Ciudadano Kane’. La cinta de Orson Welles narra la historia de un magnate de
la prensa cuya carrera crece asentada en el idealismo y el servicio
social, pero con el tiempo va evolucionando hacia una implacable búsqueda de
poder empleando para ello incluso la manipulación de la opinión pública. El protagonista
logra amasar una gran fortuna, pero su vida termina en solitario en la mansión
en la que vivía acompañado únicamente por los empleados de la casa. No sé si el
‘ciudadano Rivera’ acabará tan solo como el protagonista de ‘Ciudadano Kane’,
pero sí parece evidente y probado que su partido no duda en manipular, mentir y
utilizar todas las herramientas a su servicio en su implacable búsqueda del
poder a toda costa.
La triste realidad es que Euskadi le da doblemente
igual a Ciudadanos. La formación de Rivera no piensa en cómo servir a los
intereses de Euskadi, sino en poner Euskadi al servicio de sus propios
intereses. Liberado de la servidumbre que supondría tener que agradar a unos
votantes que no tiene en nuestra Comunidad, se lanza sin rubor a la demagogia;
utiliza el debate de las lenguas cooficiales para ganar simpatías en el Estado;
utiliza el cuestionamiento del Concierto Económico Vasco y el Convenio Navarro
para avanzar terreno en el resto de Comunidades. Es curioso que Ciudadanos
considere nuestros Derechos Históricos como un anacronismo y que, sin embargo,
alabe el papel de un monarca coronado por ser el primer hijo varón del anterior
rey.
El partido encabezado por Albert Rivera tergiversa con
descaro cuando afirma que el impuesto de sociedades de Euskadi supone una
competencia desleal con el resto de Comunidades Autónomas, ya que oculta que
este ajuste compensa la desventaja en que nuestra Comunidad se encontraba hasta
ahora. Ciudadanos manipula interesadamente cuando pretende vincular el nacionalismo
vasco con las ideologías que desangraron el continente a mediados del siglo
pasado y silencia que EAJ-PNV fue uno de los partidos comprometidos con los
ideales de la fundación de la Europa unida y tomó parte en los primeros equipos
de la Internacional democristiana.
A Ciudadanos le interesa la realidad de Euskadi
únicamente en la medida en que pueda utilizarla en beneficio de su obsesiva
carrera hacia el poder. Su condición de recién llegado a la política y el hecho
de no acarrear responsabilidades de Gobierno, le otorga a la formación naranja
la ventaja de no tener un pasado del que arrepentirse ni unos errores de los
que lamentarse. Aunque también es verdad que poco a poco van asomando. Hasta
ahora se presentaban como los adalides del acuerdo y los garantes de la
estabilidad y la gobernabilidad. Recordamos que tan pronto se postularon para
apoyar a Pedro Sánchez como lo hicieron después con Mariano Rajoy; para Rivera,
tanto monta y monta tanto Sánchez como Rajoy. Ahora, con Moncloa a la vista, según
los augures demoscópicos y los medios de comunicación afines, se encuentran
ante el dilema de decidir sobre la estabilidad presupuestaria del Gobierno
Español y conforme se acerca el momento crece la tensión en su interior.
Ciudadanos ha crecido en poco tiempo y quiere llegar a
lo más alto lo antes posible. Cuentan con más discursos que argumentos, más
imagen que realidad, con mucha teoría y ninguna práctica, con manipulaciones de
corto recorrido que no crean una base estable sobre la que asentar un proyecto
sólido y de futuro. También el Gigante de Altzo creció mucho en poco tiempo y
fue precisamente eso lo que provocó su fragilidad; pero si él fue ‘Handia’,
estoy convencido que el naranja Rivera acabará siendo ‘txikia’ y no alcanzará
la única meta que le obsesiona: el poder a toda costa.
Mi artículo de opinión, hoy en Grupo Noticias
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