¿Hace ruido un árbol al caer si no hay nadie para escucharlo?
Esta mañana he llegado al Senado y la
actividad era la habitual en los pasillos y salas de la Cámara. Hoy es día de
reunión de la Junta de Portavoces y de la Mesa del Senado, también hay una ponencia
de estudio sobre el desperdicio alimentario en el Estado español y varias
comisiones: de Cooperación Internacional para el Desarrollo, para las Políticas
Integrales de la Discapacidad, y la de Investigación sobre la financiación de
los partidos políticos. Pero no hay ruido.
Me he cruzado con
varios representantes de diferentes partidos políticos, no tantos como los que
asistirán al Pleno de la semana que viene, aunque igual de atareados que en jornadas
precedentes. Las moquetas colocadas a finales de verano por los empleados de la
Cámara siguen amortiguando el ruido de nuestros pasos, los visitantes recorren
los pasillos del edificio antiguo escuchando respetuosamente las explicaciones
de las atentas guías de la casa, los senadores y senadoras van y vienen de sus
despachos a las salas de reuniones, donde debaten, acuerdan, disienten…
Todo parece ser una
jornada de trabajo más en la Cámara Alta, aunque hoy retumba en nuestros oídos
la silenciosa ausencia de los trabajadores de los medios de comunicación que la
semana pasada bullían de actividad, reclamando insistentemente nuestras
opiniones. La atribución exclusiva de la Constitución al Senado para aplicar el
artículo 155 de la Constitución, nos había puesto en el foco de la noticia y la
actualidad nos reclamaba.
¿Hace ruido un árbol
al caer si no hay nadie para escucharlo? Las leyes de la física se mantienen
inalterables aunque no haya nadie que lo corrobore. La pasada, fue una semana
de mucho trabajo, pero no más que en las que acogen Plenos de otro orden. Estos
se celebran cada dos semanas, hay Comisiones cada día, abundan las reuniones de
diferente índole; se alcanzan acuerdos, se toman decisiones… Aunque no haya
medios de comunicación interesados en recoger esa actividad.
Respeto que haya quien
estime que el Senado no desarrolla una labor adecuada; de hecho, comparto la
idea de que es necesaria su redefinición para que pase de ser poco más que una
Cámara de segunda lectura a ser una verdadera Cámara de representación territorial
en un Estado descentralizado. Lo que no respeto ni comparto es que algunos
medios, unos pocos, hayan menospreciado a las personas que llevamos a cabo
nuestra labor aquí.
Reirse porque el
nombre de tal o cual senador resulta desconocido, cuando ese desconocimiento es
achacable únicamente a que su actividad y la del resto de nosotros es
sistemáticamente silenciada en los medios es una falta de respeto; tampoco
tiene justificación menospreciar a un expresident de la Generalitat, político de
gran experiencia y conocimientos, únicamente porque desarrolla su labor en una
Cámara depreciada desde su nacimiento a raíz de las atribuciones que le
confiere una Constitución que, precisamente, fue aprobada tal día como hoy, en
1978, en Cortes Generales.
Tal día como hoy,
también, se celebra en muchos lugares la fiesta de Halloween, día que la cadena
AMC aprovechó en 2010 para emitir el primer episodio de la serie The Walking Dead; una expresión, la de ‘muertos vivientes’, que
también nos fue aplicada la semana pasada por un presentador que afirmó que “nunca
antes tuvo la cámara alta tal actividad y tal interés de los medios”. Se
equivocaba a medias: el Senado sí ha tenido muchas veces tanta actividad como
el pasado 27 de octubre; sí que es cierto, en cambio, que nunca ha despertado tanto su
interés y el de sus colegas.
Entiendo a quienes
consideran que la actividad del Senado, salvo recientes excepciones, no merece
un espacio en sus informativos; no comparto, sin embargo, que se dé a entender
que quienes aquí trabajamos solo lo hicimos la semana pasada de manera
excepcional. Si colocasen en el Senado sus grabadoras cualquier día,
comprobarían que también aquí el árbol hace ruido al caer.
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