El modelo de descentralización en
Europa
En muchas
ocasiones hemos oído hablar de los beneficios de viajar; las ventajas de tomar
distancia para obtener una perspectiva más amplia de las circunstancias que nos
ocupan en nuestro día a día. Esta semana he participado en el Consejo de Europa
celebrado en Estrasburgo donde me he encontrado con un nuevo alegato en favor
de los procesos de descentralización y el modelo de subsidiariedad.
Independientemente
de la realidad que vivimos en el Estado español, los debates que se sustancian
en el ámbito europeo van en la línea de intentar acercarse lo más posible a los
intereses de la ciudadanía. Esto es el concepto de subsidiariedad, el objetivo
de que sean las instituciones más cercanas las que decidan y ejecuten las
políticas de respuesta a las necesidades de las personas. Es evidente, por
ejemplo, que el desarrollo integral de las personas más jóvenes de nuestra
sociedad estará dotado de una mayor calidad si el responsable de definir la
educación está cerca del ámbito en el que se aplica. Nadie va a tener un mayor
interés que la propia comunidad. Lo mismo cabría decir de la sanidad, el
transporte o las políticas sociales. Dado que los recursos son limitados, serán
las instituciones más próximas las que tengan mayor capacidad de definir las
necesidades de su comunidad porque son las que más y mejor las conocen.
Esta semana en
Estrasburgo he participado en el debate sobre ‘el papel de los Parlamentos
nacionales en los procesos de descentralización exitosos’. El Consejo de Europa
ha querido enviar un mensaje nítido a los Estados europeos: “…el papel
fundamental de la descentralización es ser más sensible con el servicio público
en los ámbitos locales”. Esta institución considera que la descentralización es
una de las prioridades como elemento clave en la refundación de la democracia. Esta
orientación es importante para una realidad de Nación sin Estado como Euskadi,
porque el Consejo ha querido mostrar su preocupación por la tendencia que en la
actualidad se está dando en determinados países con un estancamiento en los
procesos de descentralización e, incluso, una reversión de los mismos.
El Informe de
la Asamblea afirma que el éxito de la descentralización depende, en gran
medida, de la calidad de los procesos políticos en los que se negocian,
respaldan y aplican los acuerdos. Cuando esta calidad es baja conlleva efectos
adversos como la devolución de competencias. De hecho, la Asamblea ha pedido a los
Estados miembros que refuercen su apoyo a la descentralización a través de
leyes, políticas y prácticas, recomendando tomar medidas para asegurar que, una
vez votados, los procesos se implementen según lo planeado y no se restrinjan
injustificadamente debido a las mayorías cambiantes. No cabe duda de que esta
“realidad” nos es muy familiar en Euskadi y esta resolución nos va a resultar
de utilidad a la hora de defender nuestros intereses en el proceso de
integración europea.
Tal vez viajar
y distanciarse para obtener una perspectiva más amplia ha podido propiciar que
el Partido Popular y Ciudadanos hayan votado a favor de que los parlamentos
denominados ‘nacionales’ lleven adelante estas reformas para la descentralización.
Entre ellas, por cierto, también se refuerza el apoyo a la organización de
consultas, adecuando la legislación a estos objetivos y asegurando así que las
autoridades e instituciones más cercanas puedan trabajar con eficacia
y sin obstáculos.
No cabe duda
de que PP y Ciudadanos emplean un doble discurso: uno en el ámbito
internacional y otro, radicalmente distinto, dentro del Estado español. Allí
favorecen lo que rechazan aquí. Alguien se puede confundir y pensar que el
creciente proceso de globalización va en contra de las instituciones más
cercanas; nada más lejos de la realidad. En la práctica los riesgos globales están
favoreciendo la subsidiariedad, están invitando a reforzar, por ejemplo, la
conveniencia de testar la acción política en aquel espacio más cercano a las
necesidades de la ciudadanía.
La claridad en
el reparto competencial fue también un aspecto muy importante en el debate de
Estrasburgo. También en este caso tanto PP como Ciudadanos hablan de la
necesaria clarificación, pero ocultan la auténtica realidad en el Estado
español, donde no solo no se clarifica sino que se mantienen todavía 37 competencias
pendientes de transferir casi 39 años después de su aprobación y refrendo por
la ciudadanía vasca. No cabe duda de que a la derecha española se le está
atragantando el Consejo de Europa porque muchos informes están cuestionando sus
políticas. En unos días, sin ir más lejos el 23 de octubre, vamos a conocer la
sentencia del Tribunal de Derechos Humanos que reprochará al PP el uso y abuso que
ha realizado una y otra vez del Senado. Prácticamente 70 presos van a ver
mejorada su situación, de los cuales una veintena saldrán libres después de
haber cumplido la pena, al transponer una directiva de la Unión Europea que
tenía como objetivo armonizar el cumplimiento de las penas en todos los Estados
miembros de la Unión. El Gobierno de Mariano Rajoy introdujo una enmienda por
la puerta de atrás en el Senado, volviendo a retorcer la institución valiéndose
de su mayoría absoluta. ¿Cuál ha sido la consecuencia? Que Europa, de nuevo, le
ha tirado las orejas al Estado español en un tema relacionado con los Derechos
Humanos.
La democracia
a veces nos da la razón y otra nos las quita, pero es indudable que hay que
saber leer e interpretar las claves de la Europa moderna, tanto en el ámbito de
los derechos humanos como en el necesario avance en la subsidiaridad, en la descentralización
y, en definitiva, en la participación de las Naciones sin Estado en el proceso
de integración del futuro de Europa.
Mi artículo de opinión, hoy en Grupo Noticias.
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