Otra
forma de hacer política
Este
próximo lunes será el último día de la XII legislatura en las Cortes Generales.
A partir de esa fecha, tanto el Congreso como el Senado, estarán disueltos y se
pondrán en marcha las Diputaciones Permanentes que estarán “de guardia” mientras no se constituyan las nuevas Cortes tras
las elecciones del 28 de abril.
Ha
sido una legislatura abrupta y no ha podido tener peor colofón porque este
pasado miércoles asistimos en el Senado a un debate planteado por el Grupo
Popular que nos ha preocupado sobremanera. El contexto del mismo ha sido la
aprobación por parte de Gobierno Español del calendario y el plan de trabajo
para el traspaso de las transferencias pendientes a Euskadi. Por primera vez,
desde que el año 1993 se aprobara el primer Informe Zubia en el Parlamento, las
instituciones vascas cuentan con un reconocimiento formal de que el Estatuto de
Gernika debe ser completado. Ante esta
realidad y sin rubor alguno, el PP aprobó una moción en el Senado para instar
a paralizar la transferencia de competencias a Euskadi. Esto es, en términos
políticos, el Grupo Popular promovió a través de este acuerdo en el Senado el
incumplimiento de la ley.
El tema es más preocupante si cabe porque la
iniciativa partía del
senador popular vasco Iñaki Oyarzábal. Eso sí, en el momento de la verdad, no se atrevió a defender su moción en la
Cámara Alta y se ausentó. Debió comprender que es
incompatible pedir en Madrid que no se cumpla el Estatuto y pretender en
Euskadi representar a la institución foral. Debió entender que resulta
imposible explicar a las y los alaveses un voto contario a sus intereses. Es obvio que no fue casualidad que el senador Oyarzábal
no estuviese ni siquiera presente en el debate ni en su votación y, sin embargo,
se reincorporase al plenario justo en el siguiente punto del orden del día.
La
defensa de la moción por parte del PP resultó lamentable. Llamó la atención que
la ponente que ofreció la “cobertura” a Oyarzábal en defensa de la no
aplicación, desarrollo y cumplimiento del Estatuto de Gernika comenzase su
defensa con una loa a la manifestación de la Plaza de Colón. Según afirmó,
gracias a esa manifestación habían conseguido
que “el kamikaze de La Moncloa” convocase elecciones y evitaron que “Pedro
Sánchez vendiera y fragmentase España.” Fin de la doble cita.
De
ello se desprende que el Partido Popular entiende que dialogar significa
rendirse, curioso concepto del ejercicio de la democracia. En todo caso, lo más preocupante es que el PP considere que pedir
el cumplimiento del Estatuto de Gernika significa “vaciar España.” Por ese
motivo trasladan la opinión de que la
cesión de nuevas competencias a las diversas Comunidades Autónomas va en contra
de la sacrosanta unidad que quieren defender a toda costa, incluyendo el
incumplimiento de la ley si es preciso.
Mi
preocupación crece cuando compruebo que los argumentos utilizados por el Grupo
Popular en 2019 son los mismos que utilizó el Grupo de Alianza Popular para
votar en contra del Título VIII de la Constitución hace 40 años. Parece
evidente que su oposición frontal a ese Título
que corresponde a las Comunidades Autónomas se mantiene en los mismos términos.
Volviendo
al debate del Senado, pudimos comprobar que el Partido Popular identifica el
cumplimiento del Estatuto de Gernika con “ambiciones nacionalistas”, lo que lo
convierte automáticamente esta ley orgánica en intolerable. La doble vara de
medir es evidente y lo ocurrido en el Senado esta semana es un ejemplo
paradigmático que da la razón al portavoz de PDeCAT, Jordi Turull, en su
defensa ante el Tribunal Supremo, cuando afirmaba que “es una ganga ir vestido de
constitucionalista, porque se puede incumplir la Constitución cuando se
quiera".
La
política está en horas bajas; nunca una profesión tan noble había sufrido tanto
y, es justo reconocer, que el último Pleno del Senado ha sido la peor forma de
poner fin a la legislatura. La falta de argumentos en el debate y la falta de
consistencia en los planteamientos han superado todos los límites. Han pasado
solo 26 años desde que el Partido Popular apoyara el ‘Informe sobre Transferencias
Pendientes’ o ‘Informe Zubia’ en el Parlamento Vasco. Han pasado solo 26 años
desde que el Partido Popular reconociera, por ejemplo, la necesidad de acometer
la transferencia a Euskadi de la competencia sobre instituciones penitenciarias.
Hoy el clima que vivimos es claramente más propicio a alcanzar ese acuerdo y,
sin embargo, nos encontramos con una oposición frontal a materializar esa o
cualquiera de las transferencias pendientes.
Tal
y como el senador Cazalis afirmó en la defensa de nuestra posición, el PP “está
rompiendo todos los frágiles consensos que durante años se han ido construyendo”,
y tiene que ser consciente de sus actos y valorar las consecuencias de los
mismos.
El
texto aprobado a instancias del Grupo Popular, con Iñaki Oyarzábal
oportunamente ausente, es un despropósito. Tal y como afirmó el Lehendakari, es
“un desatino que supera todos los límites.” Es inconcebible que un partido
político, el PP, posibilite que una Cámara legislativa inste al Ejecutivo a
incumplir el Estatuto de Gernika, una ley orgánica que forma parte del bloque de constitucionalidad.
No
oculto mi preocupación porque, poco a poco, este “modus operandi” se está
imponiendo en el día a día del debate parlamentario. Se está instalando en las
Cortes Generales, y asumiendo de manera acrítica, esta burda manera de hacer
política. Esta última iniciativa pone de manifiesto la impunidad con que se
defienden posiciones a sabiendas de que chocan frontalmente con la Constitución.
Lo hacen, precisamente, quienes tanto alardean y claman en su defensa.
Ante
esta loca carrera involucionista que se ha impuesto en el foro madrileño solo
nos queda aferrarnos al modelo vasco. Es más necesario que nunca trasladar el
rigor y la capacidad de alcanzar acuerdos que ha caracterizado y caracteriza a
la representación política e
institucional vasca. Es necesario reivindicar otra forma de hacer
política y poner pie en pared para evitar que se atente contra nuestro
autogobierno, nuestros derechos y nuestro futuro.
Mi
artículo de opinión, hoy en Diario Vasco.
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