Arnaldo Otegi, Ertzaintza
y lágrimas de cocodrilo
“Menos condenas, menos
lágrimas de cocodrilo y más soluciones para Euskadi”; el hijo de una persona
asesinada por ETA nos recordó cómo Arnaldo Otegi pronunció esta frase en 2001.
Han pasado 15 años desde
aquella afirmación y, en ese tiempo, han sido muchos los actos de condena y de
recuerdo llevados a cabo. Uno de ellos lo organizó en 2010 la Corporación del
Ayuntamiento de Tolosa, recordando a todas las víctimas que, por la acción de
algún grupo terrorista, habían sido asesinadas en nuestra localidad o eran naturales
de la misma. No fue un día fácil; reunir a las familias fue un verdadero acto
de generosidad por su parte, de hecho, algunos familiares de los recordados
declinaron acudir. Fue un trabajo ímprobo; tuve ocasión de hablar con todos los
familiares de las víctimas. En algunos casos fue más duro que en otros, pero
fue un buen trabajo, y fue imprescindible hacerlo.
Entre ellos, tuve la
oportunidad de conocer a la familia del primer agente de la Ertzaintza
asesinado por ETA con la colocación de una bomba en Brinkola. Pero en ese acto no
solo había víctimas de ETA, también tomaron parte víctimas del GAL, de los
Comandos Autónomos, del Batallón Vasco-Español… Tomaron parte todos los
partidos políticos, a excepción de uno: el de Arnaldo Otegi. No sé qué es lo
que lo no les gustaba del acto.
En una entrevista a Luis
Castells publicada en un medio de comunicación, el catedrático de historia
contemporánea aportaba un dato que entiendo es escalofriante: el 92% de los
asesinatos de ETA se produjeron durante la democracia. La actitud que la
izquierda abertzale ha mostrado durante todos estos años ha sido perversa y
vergonzante. No conozco a ningún grupo político, a excepción del partido de
Arnaldo Otegi, que no haya condenado y mostrado una actitud activa de rechazo
ante lo que fuera cualquier vulneración de los derechos humanos en democracia.
A día de hoy, Otegi no
deja de sorprenderme: En primer lugar, no realiza ninguna valoración del papel
que juega ETA; no dice que las personas que quitaron la vida de trabajadores,
concejales, ertzainas, guardias civiles, policías nacionales, niños o
ciudadanos fueran unos asesinos. No lo dice, y probablemente no lo haga porque
no lo cree así. En segundo lugar, hace una equiparación que es bastante
dolorosa; que ponga a ETA en el mismo nivel que a la Ertzaintza, a la Guardia
Civil o la Policía Nacional es verdaderamente dramático.
Esta nueva legislatura va
ser una legislatura dura. Este punto es clave en la convivencia y normalización
entre los ciudadanos y sus diferentes maneras de pensar, y se evidencia una
importante quiebra entre las diferentes sensibilidades de los grupos políticos.
Es evidente que el Estado
español (lo escribo en genérico) ha promovido cierres de medios de comunicación
y que ha protegido la tortura (así lo denuncia el Comité Europeo de Derechos
Humanos); es evidente que está siendo injusto con la dispersión de presos,
castigando de esa manera a los familiares de reclusos. Eso es evidente. También
es evidente lo que ha ocurrido con Galindo y con otros miembros de los GAL. Es tan
evidente como que estas vulneraciones de derechos humanos han ayudado a
alimentar el discurso equidistante con las acciones de ETA.
Desde aquel 2010 han
pasado unos años. Estamos en una mejor situación: han desaparecido las acciones
de ETA, ya va para cinco años, y la sociedad vasca empieza a pasar página. Pero
me preocupa mucho algo que hemos perdido por el camino: al PP.
Citaba al principio el
acto de recuerdo celebrado en 2010 en Tolosa. En la organización del mismo también
conocí a una familia de Tolosa que estaba destrozada y aún lo está. Un guardia
civil que participaba en un control de carretera mató al padre de familia; aunque
el agente fue condenado, 30 años más tarde la familia sigue desestructurada,
rota. Esta familia no es víctima de ningún grupo terrorista pero, ¿acaso no
merece un recuerdo igual que el que puede merecer una víctima de ETA?
Las acciones de unos y
otros no son comparables, pero las víctimas de uno y otro signo sufrieron el
día del asesinato y a día de hoy continúan sufriendo por todo aquello que nunca
se puede olvidar. No son lágrimas de cocodrilo; son lágrimas de dolor y de
sufrimiento. En democracia las víctimas víctimas son, no son propiedad de unos
o de otros; las víctimas son de todos.
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ResponderEliminarEquiparar el drama de un acto terrorista voluntariamente elegido con un hecho fortuito sujeto a responsabilidad penal si fuera el caso, es de una bajeza moral incalificable sin mencionar la falta de inteligencia y honestidad que refleja, sólo ayuda a la causa de los fanàticos violentos en ningún caso a la de la verdad o la justicia, ni contribuye a la sanación de una sociedad enferma de cobardía y ventajismo moral y económico.
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ResponderEliminarEquiparar el acto elegido voluntariamente de un terrorista con un hecho fortuito sujeto a responsabilidad penal si fuera el caso, es de una bajeza moral incalificable semejante sólo a su falta de inteligencia y honestidad. Sólo ayuda a construir el relato a los descerebrados fanáticos y violentos en ningún caso a la causa de la verdad y la justicia y mucho menos a la de la sanación de una sociedad enferma de cobardía y ventajismo político y económico.
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ResponderEliminarNi el sufrimiento es equiparable, unos convertidos en héroes y otros en villanos merecedores de lo ocurrido y dianas de odio y vejaciones inaceptables.
ResponderEliminarEquiparar el acto elegido voluntariamente de un terrorista con un hecho fortuito sujeto a responsabilidad penal si fuera el caso, es de una bajeza moral incalificable semejante sólo a su falta de inteligencia y honestidad. Sólo ayuda a construir el relato a los descerebrados fanáticos y violentos en ningún caso a la causa de la verdad y la justicia y mucho menos a la de la sanación de una sociedad enferma de cobardía y ventajismo político y económico.
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