Voces palestinas que necesitan un acorde
La semana pasada se cumplieron 12 años
de la muerte del que fuera presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat;
en mi opinión, uno de los grandes líderes políticos del siglo XX, aunque,
posiblemente, como les ocurre a otros grandes personajes de la política, un
líder que ha sido valorado fuera de su ámbito de influencia mientras que es
cuestionado en el ámbito interno.
Entiendo que es algo que también
ocurre con Mahmud Abás; a modo de ejemplo, podemos afirmar que muchos
ciudadanos palestinos no entendieron que asistiera a las exequias de Shimon
Peres, que fue uno de los iniciadores del desarrollo de los asentamientos de
los colonos en tierras palestinas. Es una situación muy similar a la que se
puede dar en cualquier país democrático; los líderes políticos son cuestionados
por diferentes sectores de la sociedad; lo son por higiene democrática. Es
bueno.
Sin embargo, en Palestina se da una
especificidad importante: Fatah y Hamas representan ámbitos políticos diferenciados
y en conflicto permanente entre ellos. Esta situación les aboca a una gran
debilidad que es aprovechada por la otra parte. Sin ir más lejos, Palestina no
ha celebrado elecciones democráticas al Parlamento desde 2006. Eso significa
que la ciudadanía no puede expresar sus preferencias a la hora de elegir a sus
representantes, al igual que les debilita en su argumentario a la hora de
reivindicar el cumplimiento del derecho internacional en su más que conflictiva
relación con Israel.
De Yasser Arafat guardo dos imágenes
en la memoria: la primera es la de un presidente de la Autoridad Palestina resistiendo
los bombardeos israelíes en su cuartel general; en un edificio destrozado por
completo y, pese a todo, aguantando esa presión del ejército y del gobierno
israelí.
La segunda imagen que me viene a la
cabeza es la relacionada con los Acuerdos de Oslo; acuerdos que trajeron
esperanza a tierras palestinas pero que, al cabo de los años, no han hecho más
que generar una severa frustración. Israel no ha cumplido con dichos acuerdos y,
además de generar tensión, debilita las posiciones de los líderes palestinos en
relación con su ciudadanía.
Parece que en pocos meses se van a
celebrar elecciones locales tanto en Cisjordania como en Gaza; iban a tener
lugar el mes pasado pero han sufrido un retraso. En torno a ellas existen muchas
incógnitas: Fatah piensa que Hamas está debilitada; entiende que la escasez de
recursos que se visualiza en Gaza va a pasar factura al Gobierno de Hamas.
Veremos qué es lo que ocurre, pero en Gaza se vive una atmósfera muy tensa.
Cualquier proceso que lleve a que la
gente muestre su opinión es en sí positivo, pero creo que si Arafar viviera en
estos momentos trabajaría por una prioridad: lograr una única y acordada voz en
el mundo para Palestina. Eso promovería el respeto de Palestina en el ámbito
internacional y, sobre todo, le dotaría de una herramienta muy importante:
mayor legitimidad para utilizar el derecho internacional y las relaciones
internacionales a la hora de pactar con Israel.
Doce años después de la
desaparición de Arafat, ¿Palestina está en una situación mejor o peor?
Probablemente no haya habido un gran cambio; quizá es hora de trabajar con
nuevas estrategias, y estas comienzan por democratizarse internamente.
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