No
nos caemos del guindo
Hoy por la
tarde comparecerá en el Congreso de los Diputados el ministro Luis de Guindos. Lo
hará en la Comisión de Economía y la atención estará puesta en sus
explicaciones acerca del nombramiento -y el posterior retracto- del exministro
José Manuel Soria como candidato del Estado a ocupar el puesto de director
ejecutivo en el Banco Mundial.
La
situación me lleva a realizar una serie de reflexiones. La primera es que esta
comparecencia sea en una Comisión, cuando la semana pasada la Mesa del Congreso
había decidido que se convocara un pleno urgente para que el Ministro de Economía
en funciones compareciera en el hemiciclo para ello. Sin embargo, la presidenta
del Congreso ha decidido no convocar el pleno, o al menos lo ha retrasado “oportunamente”;
es decir, ha utilizado las Cámaras a su conveniencia. Este es uno de los males
que aqueja a la política de hoy: este tipo de manejos, donde el Partido Popular
utiliza las instituciones en su propio beneficio.
La pasada
legislatura, las Cortes Generales aprobaron una Ley de Transparencia y Buen
Gobierno; como consecuencia de esa ley se creó un Consejo en el que tomo parte en
representación del Senado. En el debate de dicho texto legislativo afirmé que,
si bien el texto era un elemento importante, no era suficiente, puesto que la
transparencia es consecuencia de una actitud, y el PP no la tiene, como lo
demuestran los hechos.
Además de ser
un partido imputado, además de tener entre sus filas a cantidad de personas
acusadas y condenadas por corrupción, es un partido que todavía no es capaz de
concluir porqué tiene tantos problemas para sentarse a negociar con el resto de
fuerzas políticas. En muchas ocasiones también el cómo y el cuándo importan, y
la decisión del nombramiento del exministro José Manuel Soria se hizo pública
justo después del pleno de investidura fallido de Mariano Rajoy, a la chita
callando y por la puerta de atrás. Sin embargo, lo importante siempre son los propios
hechos:
Primera reflexión:
el Partido Popular lo argumentó empleando una afirmación, digamos, incorrecta.
Dijeron que era un concurso y no lo era. Fue una designación directa.
Segunda reflexión:
no fue una elección ética. Que un ministro dimisionario por los ‘papeles de
Panamá’ sea la persona elegida para un cargo directivo en el Banco Mundial en nombre
de España es, cuando menos, éticamente reprobable.
Tercera reflexión:
la ciudadanía no lo entiende. Eso quiere decir que las cosas se han hecho mal.
Muy mal.
Veremos qué explicaciones
ofrece el ministro De Guindos en el Congreso, pero llegan tarde. El hecho de
nombrarle candidato, la forma y manera, es del todo reprobable.
Para
finalizar, me gustaría recordar que el Gobierno tiene que responder de sus
actos ante las Cortes Generales, que es donde está representada la ciudadanía.
Violentar este precepto es muy cuestionable.
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