sábado, 26 de julio de 2014

Muchas lágrimas en Gaza



Aún guardo en la retina la imagen, difundida a través de las redes sociales, de un joven en Gaza que grita el nombre de sus familiares perdidos en una zona fuertemente bombardeada por el ejército israelí. Entra en un callejón, se escuchan varios disparos, y el joven es herido en una cadera. Intenta incorporarse, pero no puede. Le vemos en el suelo, tumbado, mueve un brazo, se le oye gritar de dolor y pavor. A continuación resuena un nuevo disparo y vuelve a ser herido. Grita. Otro disparo, y el joven ya no se mueve. Ha sido asesinado por un francotirador. Este es solo un ejemplo del ataque generalizado que se está cometiendo contra la población civil de Gaza. Es lo que el artículo 7 del Estatuto de Roma (no ratificado por Israel, ni EEUU) califica como "crímenes de lesa humanidad".





El pasado mes de abril tuve la oportunidad de visitar Gaza y Cisjordania, además de Jerusalén, Ramalla y los territorios ocupados; también estuve en Tel Aviv. Conté con una intensa agenda organizada por la ONG vasca Mundubat y tuve ocasión de conocer las diferentes realidades que se viven en estos territorios. Pude escuchar, vivir y sentir las diferentes visiones que tiene la realidad de Oriente Próximo. Tras aquella visita y ante la situación que estamos viviendo en la actualidad solo puedo transmitir pena, dolor e impotencia.

Todos recordamos que en el presente conflicto la mecha que prende esta situación fue el secuestro y posterior asesinato de tres jóvenes israelíes. Hay hipótesis diferentes sobre lo ocurrido, pero no considero que sea hoy el tema relevante. Lo que resulta indudable es que nadie en su sano juicio hubiera podido imaginar que las consecuencias de aquel macabro acto fueran las que hoy estamos viendo y viviendo. Nada más aparecer los cuerpos de los tres jóvenes, yo mismo suponía que la "venganza" sería matar a más de tres palestinos. No pensé ni en 30 ni en 60. Nunca pensé que pudieran llegar a ser más de 100. Lo cierto es que pasaron los 300; ya superan los 750 y la "respuesta" no finaliza. Es una escalada terrible que supera nuestras peores pesadillas.

Sin embargo, no solo los miembros del ejecutivo de Tel Aviv son los responsables de estas pesadillas, lo son también la gran mayoría de Gobiernos que no han mostrado ni actitud, ni responsabilidad, ni ganas de enfrentarse al Gobierno israelí. Todos son responsables. Contrasta esta actitud con la reacción de los Gobiernos, liderados obviamente por los EEUU, ante el derribo de un avión de Malaysian Arlines que ha coincidido en el tiempo con estos terribles acontecimientos: ha sido diametralmente opuesta a la mostrada en el caso palestino; hasta Rajoy realizó una valoración del atentado que costó la vida a 298 personas. 

Entiendo que los orígenes del problema en Palestina puedan ser discutibles y discutidos, pero nada tiene que ver con la masacre civil que se está cometiendo: con más de 750 muertos a fecha de 24 de julio, con decenas de niños asesinados, con más de 4.500 heridos y más de 3.100 casas demolidas.

El derecho internacional no está siendo capaz de responder a Palestina. Hay decenas de resoluciones de la ONU que Israel no ha cumplido; pero no hay ninguna medida adoptada por el derecho internacional contra el Estado de Israel obligando a su cumplimiento. Uno de los elementos que más impacta cuando se visita Palestina es el gran muro que rodea los territorios ocupados; una vergonzosa mole de hormigón de más de 700 kilómetros de largo y 8 metros de alto. El Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de La Haya falló en 2004 en contra de un muro que en aquel momento estaba aún en construcción. La resolución no puede ser más clara: "el muro de 650 kilómetros que Israel construye en los Territorios Ocupados palestinos es contrario a la legalidad internacional". ¿Qué consecuencias ha  tenido este fallo? Ninguna.


Es probable que escandalizados por los asesinatos y crímenes de guerra que se están cometiendo, la presión internacional consiga parar la masacre de Gaza. Pero Palestina necesita más, porque el muro sigue en pie. Mientras la presión internacional no consiga derribar ese muro y lo que significa, mientras el derecho internacional no haga cumplir sus propias resoluciones, se seguirán vertiendo lágrimas en Gaza y no dejaremos de verter lágrimas por Gaza.