domingo, 20 de agosto de 2017


La banalización de la política
Captar las inquietudes de la ciudadanía y darles respuesta es una de las principales funciones de los partidos políticos. También anticipar y diseñar un futuro que garantice el bienestar y la calidad de vida al conjunto de la sociedad. Esta capacidad de responder a las necesidades del presente y del futuro, siempre en contacto con la ciudadanía, se encuentra en el centro del análisis de Peter Mair en su libro ‘Gobernando el vacío’. Así, el papel de las formaciones políticas es actuar como vehículo de los intereses sociales y como elemento organizador de los ciudadanos y ciudadanas.
 
En la era de la globalización los partidos siguen jugando un papel importante, sobre todo en el ámbito más próximo a la ciudadanía y no deben perder su capacidad de conocer y comprender sus necesidades. El análisis del Sociómetro del Gobierno Vasco y de los estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), del Gobierno español es muy elocuente: los problemas sociales se asocian en una categoría unidimensional vinculada a las dificultades económicas, el paro y los problemas del mercado de trabajo. Hay otros problemas, sin duda, pero no adquieren esta dimensión.
 
La única salvedad diferencial relevante entre la realidad española y la vasca se encuentra en la corrupción, motivo de preocupación para el 49% de la población en España, y solo en 6% en Euskadi. Traigo a colación estos dos estudios porque este último mes hemos asistido a un hecho curioso en la política vasca. El mundo de la izquierda abertzale ha querido importar un problema, el del turismo, que, a tenor de la preocupación que muestra la ciudadanía, no alcanza la dimensión que han pretendido otorgarle. Sortu y Ernai, o viceversa si se prefiere, se han hecho eco de la campaña organizada por las juventudes de la CUP en Catalunya y han enturbiado una cuestión de vital importancia para la economía vasca y la imagen exterior de nuestro país.
 
Ernai organiza movilizaciones y manifestaciones, afirma que es necesario un "debate popular", serio y en profundidad, por supuesto, y también participativo y transparente, claro. Obvian que Euskadi acaba de aprobar una ley de Turismo hace menos de un año. Olvidan que esta aprobación se ha producido tras un largo periodo de estudios y debate, este sí profundo, participativo, transparente, serio y plural. Ignoran que también EH Bildu participó en este debate y que votó a favor de la ley vasca de Turismo. Ignoran que la ley promueve un nuevo "modelo turístico sostenible y de calidad" que ahora, doce meses después, Ernai y su entorno, pretende desbaratar de un solo golpe. Lo que no entiendo es que a esto pretendan llamarle debate y, menos, político. Lo único que consiguen es banalizar la política aprovechándose, eso sí, del desmesurado protagonismo que alcanza cualquier noticia durante los meses de estío, también informativo.
 
El turismo en Euskadi no es un problema. Lo cual no significa que no existan problemas puntuales asociados o generados por el turismo. El turismo en Euskadi es una oportunidad, tanto económica como de imagen y proyección exterior. Es obvio que, como país, debemos demostrar capacidad de gestionar adecuadamente un modelo que acabamos de consensuar y que nos corresponde cuidar, esto es, evaluar y mejorar. Si analizamos la hemeroteca durante todo un año, desde la aprobación de la ley, no nos encontraremos con ningún problema serio, profundo y, menos, irresoluble. Todo lo contrario, en todas las reflexiones, debates o comunicaciones públicas el turismo se ha contemplado como una oportunidad para Euskadi. Una oportunidad para trasladar nuestra identidad y cultura específica y singular, para generar más riqueza y más empleo, siendo conscientes que esta actividad alcanza ya el 6% de nuestro PIB. Importante, sin duda, pero muy por debajo todavía de la media española y europea.
 
En estas reflexiones y declaraciones ha tomado parte la propia izquierda abertzale, encabezada en esta materia por el exalcalde de Donostia, Juan Karlos Izagirre, quien durante su mandato se congratulaba de los records de llegada de visitantes en 2012, 2013, 2014 y 2015. ¿Qué ha cambiado ahora? La respuesta en obvia: el alcalde y, por lo tanto, la estrategia de la izquierda abertzale. El turismo pasa de positivo a negativo. El modelo aprobado por la ley ya no vale. Ahora toda ponerlo todo patas arriba.
 
El objetivo obsesivo de la izquierda abertzale no es otro que el desgaste de la izquierda abertzale y su acción institucional. Han vuelto a errar.  Por supuesto que en el tema del turismo hay muchos factores en juego y son muchos los agentes implicados. Es evidente la necesidad de reflexionar, evaluar y mejorar. Pero no tiene sentido que quienes son incapaces de mantener un debate sereno y plural, pretendan imponer su criterio siempre a golpe de brocha gorda. El turismo no es una preocupación relevante para la sociedad vasca, y se ha convertido en un tema que está sobre la mesa, ha sido únicamente por la forma en la que se ha planteado y por la contraproducente imagen exterior de nuestro país que ha contribuido a generar.
 
No caer en la banalización de la política supone estar siempre atentos a los problemas que surgen. Prestar atención a la evolución del turismo es nuestra obligación, por supuesto, pero en nombre de la política y de la justicia nos corresponde concentrar nuestros esfuerzos en lo auténticamente importante. Tenemos la oportunidad de aprovechar el turismo como factor de actividad económica y empleo local, catalizador de iniciativas culturales y artísticas, como tarjeta de presentación de Basque Country en el mundo. Cada día llegan más visitantes a Euskadi, si les acogemos de forma cordial avanzaremos en un turismo sostenible, auténtico y de calidad para nuestro país. Este es el modelo turístico de Euskadi-Basque Country que nos corresponde preservar.

Mi artículo de hoy en www.diariovasco.com

sábado, 12 de agosto de 2017

¿Adónde nos lleva el sindicalismo de ELA?
Ejercer un buen liderazgo en un partido político u organización sindical demanda una personalidad y carácter especial, fuerte y singular. Xabier Arzalluz es un buen ejemplo, y el pasado mes de marzo lo volvió a demostrar. Se celebraba el 40 aniversario de la primera Asamblea Nacional del Partido Nacionalista Vasco tras la dictadura y en su alocución dejó para la reflexión la siguiente frase: Txiki Muñoz concibe ELA como una organización político-sindical”, una aseveración que me llamó la atención cuando la escuché, pero que conforme han ido pasado los meses se demuestra más atinada.
Ha sido precisamente el propio Secretario General de ELA quien ha iniciado su nueva “breve” etapa al frente del sindicato afirmando “la necesidad de hacer política desde la central sindical”. No se le puede negar coherencia, porque su trayectoria quedará marcada por la convocatoria de huelgas políticas y la organización de movilizaciones políticas, siempre con un mismo objetivo: tratar de desgastar al Partido Nacionalista Vasco, su auténtica obsesión. El ejemplo más llamativo fue la manifestación que convocó y “presidió” en Lehendakaritza hace un año, en plena campaña electoral al Parlamento Vasco, en la que llegó a calificar al Partido Nacionalista Vasco como un “partido antidemocrático.” Resulta inconcebible escuchar esas palabras del Secretario General de ELA, pero más si cabe, que Txiki Muñoz, tan crítico y exigente con todo y con todos, una vez conocidos los resultados electorales no asumiera el estrepitoso fracaso de su diagnóstico y estrategia. ELA organizó su combativa campaña política contra EAJ-PNV y la ciudadanía decidió que fuera EAJ-PNV el único partido que mejorara sus resultados. Muñoz, tan habituado a la crítica, ha perdido una buena ocasión para hacer autocrítica.
Mantengo una buena relación personal con muchas personas afiliadas a ELA que no comparten en absoluto la estrategia de un sindicato obsesionado con la política de confrontación e incapaz de abrir una vía de diálogo constructivo y positivo en el ámbito político e institucional. Txiki Muñoz es refractario al diálogo, porque llegar a acuerdos supone asumir compromisos. Durante su mandato ha demostrado una incapacidad absoluta para conducir al sindicato por la senda del acercamiento, el entendimiento y el acuerdo. En realidad, su obsesión por la política no deja de ser un refugio para un sindicato que no se compromete en el ámbito que le corresponde y pretende dar lecciones en aquél que no le corresponde. Así, es inconcebible que ELA se niegue a tomar parte en el Consejo Económico y Social de Euskadi, que es el espacio creado para generar un clima de comunicación entre las organizaciones empresariales, sindicales y la Administración pública a la hora de plantear y contrastar la estrategia económica del País a futuro. Es más inconcebible, si cabe, que ELA se niegue también a participar en el Consejo de Relaciones Laborales.
Muñoz habla de política, pero parece desconocer que la esencia de la política es el diálogo. Es inaudito que un responsable sindical proponga el diálogo para resolver conflictos políticos y sea incapaz de aplicar la misma receta para resolver las diferencias en el ámbito de las relaciones laborales. Es asombroso que se niegue a tomar parte en el diálogo social o en el encuentro entre las confederaciones sindicales y las organizaciones empresariales con el objetivo de proponer, tanto al Gobierno como al Parlamento Vasco, estrategias y acciones en el ámbito de la política económica o industrial. No es solo que no participe en la mesa social, sino que además critica a quienes han decidido hacerlo y llega al absurdo de impartir lecciones sobre cómo habría que organizar un diálogo en el que se niega a participar. Inaudito.
Euskadi ha atravesado una dura y profunda crisis económica durante prácticamente una década. Aunque es evidente que, poco a poco, la situación va mejorando, no cabe duda de que las dificultades e incertidumbres se mantienen. Empresas como Xey, La Naval, el grupo CEL o Fagor Edesa están atravesando serias dificultades estos últimos meses. En opinión de Muñoz esta situación se debe a la política económica e industrial radicalmente equivocada del Gobierno Vasco. Nunca plantea una alternativa, nunca ofrece una solución, solo se espera de él la visión más crítica y catastrofista. ELA cuenta con cauces para plantear sus propuestas, pero se niega a utilizarlos; no participa en ninguna mesa, ni Consejo. Algún día tendrá que explicar a las y los trabajadores de las empresas en crisis esta evidente contradicción. No tiene sentido criticar todas y cada una las medidas económicas del Gobierno y, al mismo tiempo, negarse a participar y aportar sus propuestas para mejorar la situación. Cuando escucho a los Comités de las empresas en crisis solicitar la ayuda del Gobierno Vasco, imagino siempre su decepción ante unos dirigentes sindicales que se niegan sistemáticamente a mantener ningún tipo de relación con ese mismo Ejecutivo.
No recuerdo ni una sola ocasión en la que ELA haya realizado el más mínimo reconocimiento sobre la política económica, social o industrial que el conjunto de las instituciones vascas vienen desarrollando durante las últimas décadas en Euskadi. Para Txiki nunca nada es suficiente. Ha sido incapaz de reconocer el posicionamiento y voto contrario de EAJ-PNV a la reforma laboral; eso sí, cuando decidimos votar a favor del “techo de gasto” no perdió ni un segundo para denostarlo. Ni una palabra sobre los acuerdos alcanzados para la liquidación del Cupo y la actualización del Concierto. Ni una palabra sobre la bilateralidad, las inversiones y beneficios obtenidos para Euskadi. Todo lo que se le ocurrió declarar a Txiki Muñoz fue que el acuerdo representaba “un ataque al autogobierno vasco”, una auténtica falsedad, impropia de un dirigente del sindicato ELA.
Echo de menos la trayectoria crítica constructiva de ELA, su visión de País, su compromiso y, sobre todo, echo de menos una organización abierta al diálogo y no encerrada en sí misma como ahora. El sindicato ha tenido mayor influencia social, institucional y, también, política, cuando ha demostrado capacidad de interlocución con el resto de agentes socio-económicos y con el conjunto de los partidos políticos. La estrategia de Muñoz es la confrontación con todos y contra todos, pero la pregunta que cabe formularle es: ¿Con quién mantiene hoy una mínima relación de cercanía y compromiso? Y la subsiguiente pregunta: ¿Con quién pretende llevar a cabo las reformas y cambios que propone? ¿Va a acabar presentándose a las Elecciones o terminará de entender que para tomar decisiones políticas hay que hablar con los partidos políticos?
Es evidente que ELA debe jugar un papel propositivo y positivo en la sociedad vasca del siglo XXI, pero debe ser consciente de que las propuestas se plantean, debaten y pactan. Debe ser consciente de que las decisiones se adoptan participando en los órganos y espacios que abordan los problemas en el ámbito económico, social y laboral. Estará de acuerdo o no con ellos, pero su responsabilidad es formar parte de las soluciones que se plantean desde unas instituciones que, recordemos, están constituidas por representantes de la sociedad vasca. Cuando se toman decisiones, a veces se acierta y otras veces se yerra, pero hay que decidir y, en ese sentido, ELA se tiene que “mojar.” No se puede pretender construir un País desde la confrontación, la cerrazón y el enfrentamiento permanente; en este siglo son necesarios el diálogo, la cooperación y la colaboración, “marca de la casa” durante décadas del sindicato ELA.

Mi artículo de hoy en Grupo Noticias.

http://www.deia.com/2017/08/12/opinion/tribuna-abierta/a-donde-nos-lleva-el-sindicalismo-de-ela

www.noticiasdegipuzkoa.com