miércoles, 17 de febrero de 2016

RTVE: la pantalla opaca
En televisión y cine es habitual el término “fundido a negro”; quizá el recurso más antiguo que se emplea para separar secuencias de imágenes. Concretamente, simula la sensación que percibimos cuando cerramos lentamente los ojos.
Precisamente eso parece haber hecho Radio Televisión Española, cerrar los ojos, ante la solicitud de un ciudadano que ha requerido al ente público que le facilite cuáles han sido los gastos que supuso la participación de España en el festival Eurovisión de 2015.

¿Qué ha respondido RTVE? No contesta. Evidentemente, que dé la callada por respuesta no contribuye a que la ciudadanía tenga una opinión positiva acerca de la gestión del ente. Extraña esta actitud de escasa transparencia tanto de RTVE como del Grupo Popular que controla su acción, y muestra, dicho sea de paso, una actitud totalmente negativa. 
Si bien tan solo concursar en Viena requirió del pago de 356.000 euros, a ese desembolso habría que añadir los gastos habidos en viajes, alojamientos, dietas y vestuario, además de los correspondientes a delegaciones y acompañantes, tal y como solicita conocer este ciudadano.
Es evidente que el clima político actual, felizmente, nada tiene que ver con el de hace una decena de años; al menos en cuanto a la demanda de transparencia que la ciudadanía exige del político. Por ejemplo, desde hace un año existe el Consejo de la Transparencia, que ha terciado en este caso y ha pedido a RTVE que aporte los datos que le han sido requeridos; pero no, el ente público no parece haberse adaptado a los nuevos tiempos y entiende que es mucho mejor vivir y comportarse como en la era del blanco y negro.
Los presupuestos de los que se nutre RTVE provienen de los presupuestos generales del Estado; ello quiere decir que son de origen público y que, como tal, al público se deben. Sin embargo, no quiere dar a conocer el coste de este festival; un dinero que sale del bolsillo de todos los contribuyentes. Sinceramente, no sé a quién compete tomar esta decisión, pero lo que sí sé es que esta utilización oscurantista del dinero público va en contra de toda normalidad política.  
Los Telediarios dan cuenta, día tras día, de los casos de corrupción que parecen no tener fin en el Estado. Y actitudes como las que mantienen los gestores de la cadena pública no hacen más que profundizar en este mal endémico: pensar que RTVE es el cortijo privado de unos pocos, o no percatarse de que la transparencia es la base de la democracia.

Además de para separar secuencias de imágenes, el término “fundido a negro” también se emplea metafóricamente para simbolizar el fin, el cierre o la desaparición bien de un programa, de un medio o de un ente. Esperemos que RTVE deje de ser opaca y abra los ojos a tiempo.

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