sábado, 15 de septiembre de 2018


La llave social
En comunicación política se asume de manera prácticamente unánime el aserto que establece que existen temas o problemáticas en las que, pese a los numerosos y dispares argumentos que puedan exponerse, su publicación siempre reportará positivamente en la imagen de unos partidos, al igual que siempre lo hará negativamente en otros. Tratando de aprovecharlo, algunas formaciones, a falta de mayores recursos, se limitan a enarbolar estos temas como bandera haciendo gala de su presunta superioridad moral para atacar a sus rivales.
El de las políticas sociales es uno de esos temas en los que los partidos que se dicen de izquierdas se ven más cómodos. En este sentido, la semana pasada el Secretario General de Podemos Euskadi, Lander Martínez, se refirió al Partido Nacionalista Vasco advirtiendo que “en ningún caso se les tienen que dejar las llaves ni de la construcción nacional ni de la construcción social para que siga planteando un desarrollo en clave regresiva”, en referencia a su acción en el Gobierno Vasco, donde además el PSE-EE ocupa, según Martínez, “un papel nulo y sin influencia en políticas sociales”.
Mi convicción, y los datos, me han llevado a desafiar al inapelable aserto y voy a rebatir al líder ‘morado’. Para ello, me voy a remitir al último informe elaborado por  uno de los Organismos más reconocidos en el ámbito de lo social, la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales, que presenta los datos sobre la evolución de estas partidas en las comunidades autónomas del Estado español desde 2009 hasta 2017. El primer dato relevante es que Euskadi ha sido una de las cinco únicas comunidades que han recuperado el gasto social previo a los recortes provocados por la crisis; concretamente creciendo el 1,87%, superando el incremento del 0,22% que ha logrado, por ejemplo, la Comunidad Valenciana en la que los correligionarios del señor Martínez ocupan ‘un papel con influencia en políticas sociales’ en su Gobierno. De hecho, en ese ranking, Euskadi ha sido la segunda comunidad que más invirtió por habitante en ese concepto.
Se ha establecido que la política social es aquella que engloba a las áreas de sanidad, educación y servicios sociales. A la vista del citado informe, Euskadi ha sido de las Comunidades que más y mejor han gastado por habitante tanto en Sanidad, como en Educación, como en Servicios Sociales.
La formación ‘morada’ no asimila bien que haya partidos políticos que lleven muchos años trabajando en el ámbito de lo social. No es solo el PNV; es Cáritas, es el Banco de Alimentos, son tantas y tantas ONG y colectivos; en definitiva, es la cultura que se ha ido creando durante todos estos últimos años en la sociedad vasca y en sus instituciones. Arrogarse por parte de Podemos la bandera de lo social resulta, cuando menos, arrogante; la sociedad civil en Euskadi es una de las colectividades más solidarias que podemos conocer, y sus instituciones responden de una manera clara a ese sentir. En ese sentido, es justo reconocer, además de la labor realizada por el Gobierno Vasco, la realizada por las Diputaciones Forales, y cómo no, la de nuestros Ayuntamientos, que son las instituciones que viven más de cerca los problemas existentes en sus municipios.
Los niveles de solidaridad que se dan en la sociedad vasca son semejantes a los existentes en otros países europeos; de todas maneras no vamos a ahogarnos con las cifras; tampoco son un mérito, son una característica de una sociedad que basa su crecimiento en un desarrollo sostenible.
Como habrá quien rechace y relativice lo que dicen los números, me remitiré al anteriormente citado informe que la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales realizó a finales de 2017, y que, aunque advierte de que “no es necesariamente el presupuesto invertido el que garantiza un mejor sistema”, subraya que “en el caso de País Vasco y Navarra sí establece esta correlación, destacando la buena coordinación con las autoridades locales, que en paralelo, desarrollan su propia atención”. Basta con decir que el Índice DEC atribuye a Euskadi una calificación de ‘excelente’ en materia de gestión y prestación de servicios sociales, la única comunidad autónoma del Estado con esta puntuación.  
En contraposición a las políticas sociales, desde la izquierda es habitual emplear las inversiones en áreas económicas como bandera negativa que echar en cara a los gobiernos en los que no toman parte. Lejos de subestimarlos, a mi entender aspectos como el empleo son uno de los pilares que sustentan el bienestar social. Así lo reconoce el propio Gobierno Vasco con la existencia de un departamento que lleva el nombre de Departamento de Empleo y Políticas Sociales y que este año contempla 1.014 millones de euros de presupuesto. En los mismos, la RGI aumenta el 1,5% (ya el año pasado, Euskadi abonaba la ayuda más elevada para un solo perceptor -634,97 euros al mes- y Valencia la más baja -385,18 euros­-), y junto a la Prestación Complementaria de Vivienda suponen 491,3 millones, las Ayudas de Emergencia Social se mantienen en 27 millones y la dotación de las políticas activas se incrementa en 15,6 millones dentro de Lanbide.
Estamos en la política de la negación del otro; en la política en la que hoy se afirma una cosa y mañana la contraria. Todavía guardo en la memoria la afirmación de Pablo Iglesias en la que ponía en valor los servicios sociales vascos; ahora parece que Podemos, que todavía no encuentra su espacio y no sabe hacia dónde tiene que dirigir sus políticas, sale en contra de lo que es uno de los ejes de las políticas que el Partido Nacionalista Vasco traslada a todas sus instituciones. Ya me gustaría que Podemos trajese un modelo social mejor que el que tenemos en Euskadi y que estuviera aplicando en alguna institución que gobierne. De todas maneras, también sería importante que lo que se vaya a proponer fuese realista; quiero decir, algo que verdaderamente se pueda pagar. Todos sabemos de dónde salen los recursos con los que la sociedad atiende los servicios y ayudas que buscan el equilibrio y el bienestar social; estos salen del esfuerzo de muchas personas, tanto físicas como jurídicas.
Para finalizar, una última reflexión; las llaves de la construcción no nos las tiene que dejar Lander Martínez; ni las de la construcción nacional, ni las de la construcción social. Las llaves nos las deja la ciudadanía para que, junto a ella, construyamos un país más amable y con un mayor bienestar en el día a día. Este país lo hemos construido entre todas y todos. Y así lo seguiremos construyendo.
Mi artículo de opinión, hoy en Grupo Noticias.

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