domingo, 26 de agosto de 2018


La luz en las víctimas
Esta semana he tenido la oportunidad de visitar la ‘Ciudad de la luz’, París, ejemplo de modernidad y futuro. En estas grandes urbes, uno puede encontrarse con otra dimensión social y urbana con la que no estamos habituados a vivir; llaman la atención las grandes infraestructuras culturales o de movilidad, las playas en pleno centro de la ciudad, la convivencia de personas de origen, condición y raza diferente, también la obsesión por la seguridad. Esta última es la cuestión que quiero subrayar porque ocupa gran parte de la agenda política, tanto de la capital como del Estado francés, tras haber sufrido de cerca la violencia extrema. El terrorismo ha adquirido otro nivel, se ha convertido en un riesgo global; nadie puede sentirse seguro en ninguna parte del mundo. Hoy puede ser París, mañana Londres, Madrid o cualquier capital de Oriente Próximo. La globalización ha extendido, ampliado y amplificado el riesgo. La única respuesta posible es la unidad, también global, trabajar de manera conjunta, sumar todas las capacidades de todos los Gobiernos y organizaciones para tratar de garantizar la seguridad de las personas estén donde estén.
El 17 de agosto del pasado año el terrorismo golpeó Barcelona y Cambrils. Un año después, he participado en el acto de recuerdo y solidaridad organizado en la capital condal bajo el lema ‘Barcelona, ciudad de paz’. Lo hice en compañía de Aitor Esteban y en nuestra condición de portavoces del Partido Nacionalista Vasco en el Congreso y el Senado. Nuestra primera impresión fue constatar la escasa participación de los diferentes grupos parlamentarios y representantes de las Cortes Generales en este homenaje.
Esta situación anómala me trajo a la memoria la reunión que, siendo concejal de Tolosa, mantuvimos todos los representantes del Ayuntamiento con los familiares de Josu Leonet, trabajador de Elektra asesinado por ETA. Recuerdo que, con toda crudeza, los familiares nos reprocharon atenderles solo cuando la luz y los focos de los medios de comunicación permanecían encendidos, para desaparecer a continuación dejando a las familias en la más absoluta de las soledades. Me costó aceptarlo, pero debo reconocer que fue una enseñanza de vida que nunca agradeceré lo suficiente a la familia Leonet-Tadeo. Una enseñanza que me ha servido y ayudado a lo largo de mi vida porque, desgraciadamente, ha sido mucha y larga la experiencia de terror y dolor que me ha tocado vivir.
En el acto de Barcelona teníamos a nuestro lado el sufrimiento de las víctimas y al otro lado se encontraban las personas que decidieron acompañarles en este primer aniversario de recuerdo. Estaba claro que ese día el único protagonismo correspondía a las víctimas y sus familiares. Nadie más debía tener ninguna relevancia especial. Sin embargo no fue así y la controversia institucional, social y política encontró su espacio con pancartas, banderas y eslóganes a voz en grito que ni tenían sentido ni habían sido invitadas. Ese día no tocaba. Ese día era para homenajear a las víctimas del terrorismo y no para alimentar una confrontación que desplaza la luz y el foco de lo único importante, el acompañamiento a las familias que hace un año, en un segundo  y sin razón alguna, perdieron a un ser querido.
Muy cerca de nosotros, un grupo de personas muy poco respetuosas con la situación que estábamos viviendo, no hacían más qué interferir en el acto, gritar y provocar; pretendían defender al Rey y reivindicar la unidad de España, pero no era el momento ni el lugar. Era una minoría, pero muy ruidosa, molesta y fuera de lugar. Podrán aducir que “respondían” a una pancarta crítica con el Rey de España, pero está claro que no improvisaban y que respondían a una organización premeditada con sus banderas españolas, pancartas y eslóganes perfectamente preparados. Les daba igual que los organizadores del sentido acto estuviesen tratando de crear un clima de respeto y cercanía a las víctimas y sus familias. Eran personas que no estaban dispuestas a escuchar, ni tan siquiera la canción interpretada en el acto, ‘Qual se vol nit por sortir el sol’ (Cualquier noche puede salir el sol), de Jaume Sisa, cuyo estribillo tiene un mensaje totalmente inclusivo: “Oh, bienvenidos, pasad, pasad, de las tristezas haremos humo. Mi casa es vuestra casa, si es que hay casas de alguien”. Quienes trataban de caldear el ambiente no han entendido la letra de ‘Imagine’, de John Lennon, otra de las canciones que se interpretaron: “Imagina que no hay países... imagina toda la gente viviendo en paz”. Esta canción lanzaba un mensaje a todos quienes defendemos que Cataluña merece un tiempo de distensión: “Imagina toda la gente compartiendo un mundo, podrás decir que soy un soñador, pero no soy el único; espero que algún día te nos unas y el mundo será uno”.
Las letras de las canciones interpretadas nos hablaban de amigos que se dan la mano, mientras la actitud de un determinado grupo de personas era justo la contraria. Me desagradó especialmente que algunos representantes políticos abandonaran el sentido del momento y se acercaran a saludar a ese grupo que había intentado reventar un acto que consistía en acompañar el sufrimiento de las víctimas. Cataluña vive una situación de mucha tensión y PP y Ciudadanos no pueden, o no deben, pugnar por ver quién demuestra una mayor capacidad de generar tensión. El pueblo catalán necesita justo lo contrario, una nueva luz. La clave es promover una distensión que permita a los partidos políticos catalanes recomponer su situación interna, dialogar, retomar unas relaciones constructivas  y establecer una estrategia a futuro. Incluso desde la complicidad y el entendimiento no será fácil encontrar una salida, pero desde el enfrentamiento es imposible avanzar.
Mi artículo de opinión, hoy en Diario Vasco.

sábado, 18 de agosto de 2018


La participación en la política
A los parlamentarios a quienes habitualmente nos toca ejercer nuestra labor fuera de Euskadi no nos resulta extraño que la gente, cuando paseamos por la calle, nos pregunte por nuestra vida en la capital del reino, por el ambiente que nos encontramos allí, por cómo es tal o cual persona… Más ahora, si cabe, que las aguas bajan revueltas. Pero sobre todo lo hacen acerca de temas que verdaderamente preocupan: Cataluña, si el Gobierno de Pedro Sánchez durará mucho…
Quienes me han conocido en mi faceta en el Ayuntamiento también me preguntan con cuál de las dos labores me quedo: si con la actual de Senador, o con la anterior, de Alcalde de Tolosa. Mi respuesta siempre es la misma: que son ámbitos tan diferentes, que son incomparables; si bien es cierto que el Consistorio deja una huella difícil de olvidar: el contacto con las personas de tu ciudad. Son muchos los problemas que se afrontan en el día a día desde una alcaldía o una concejalía, y los dramas personales se viven de otra manera. Mientras en el Senado o en el Congreso podemos legislar, en el municipio se viven directamente las consecuencias de lo legislado, o de lo no legislado. La lejanía de la cuestión a gestionar marca distancia sobre el problema, pero los alcaldes y alcaldesas los viven de manera directa: migración, paro, desestructuraciones familiares...
En mi opinión, el Ayuntamiento es la base de la política; son instituciones que me ayudan a preguntarme por una democracia más directa, más viva. No olvidemos que la democracia tuvo sus orígenes en las ciudades, con las asambleas, y a partir de ahí, se extendió a las regiones, estados… En su inicio, la participación era parte fundamental del sistema, aunque se reservase a una minoría de la población (varones de clase alta, sin opción para mujeres, extranjeros o esclavos). En la actualidad, hablamos de participación ciudadana; de rescatar, acorde a los valores actuales, una participación que es intrínseca a la democracia. Para eso la política local es clave.
En el actual escenario de globalización, en el que los riesgos globales son elementos comunes en nuestras sociedades (terrorismo internacional, cambio climático, crisis financiera…) los estados comparten el control y la regulación de la vida social con instituciones internacionales, subestatales, élites financieras, multinacionales, grupos de comunicación... Se habla de que se está dando una crisis de gobernabilidad. Cada vez son más los agentes no elegidos que toman decisiones (el poder de las empresas, de los medios de comunicación…) y la ciudadanía siente cada vez en mayor medida que los centros donde se toman decisiones que afectan a sus vidas están cada vez más alejados de su capacidad de influencia. Esta es una de las cuestiones importantes que la Unión Europea, sin más dilación, debiera solucionar si verdaderamente ambiciona construirse como un gobierno federal o confederal y de futuro: la verdadera implicación de la ciudadanía y de los pueblos que la conforman.
La solución que se plantea en el contexto actual es pasar del gobierno a la gobernanza o al gobierno relacional: donde todos los agentes que tengan voluntad y una estructura mínima, intervengan en la elaboración de políticas públicas; hoy ya no se puede primar la jerarquía vertical, sino la interdependencia. Todos tienen necesidad del resto para gestionar sus ámbitos, sus objetos de preocupación y transformar sus conflictos. Porque las ciudadanas y los ciudadanos son sujetos, no objetos de una democracia que es mucho más que un sistema representativo. Porque la representación es importante, sí, pero necesita ser complementada, corregida y definida a través de la participación de los sujetos políticos que son los ciudadanos. Una participación basada en un programa, un código ético de comportamiento, gestionada con transparencia y con la comunicación como eje claro de transmisión de información a la sociedad.
No hay democracia sin que haya una participación estructurada. Todos los agentes que conforman la sociedad y las políticas públicas tienen que intervenir de una manera u otra en su elaboración. Las empresas, las organizaciones, han dejado atrás los años de la verticalidad organizativa y aplican el trabajo colaborativo; una organización bien definida, con claros repartos de responsabilidades, pero trabajando de manera interdependiente y en clave de trabajo relacional. Es evidente que los partidos políticos son claves en esta organización, pero todas y todos somos importantes en una gestión que implica identificación de necesidades, propuestas alternativas para la solución, selección alternativa…
El año próximo se celebrarán las elecciones municipales, además de las forales y europeas. En mi opinión, el ámbito local es, sin duda, el mejor ejemplo, el nivel óptimo para testar este cambio, este avance; para la revitalización democrática y el paso del gobierno local a la gobernanza local. Espacio donde también tenemos que conseguir que la gente joven se implique en la gestión de su comunidad, comprometiéndose con ella. En este ámbito más cercano es donde el derecho a la participación se ejerce directamente y donde se han desarrollado el mayor número de procesos participativos. Siempre me ha gustado decir que los alcaldes y alcaldesas, esas personas que en su gran mayoría son verdaderos voluntarios, hacen “política de portal”; porque desde el momento en el que salen de casa comienzan a recibir peticiones, a mantener contacto con sus conciudadanos. La participación se hace en la calle, en el ayuntamiento, en un encuentro de barrio... para mí son todo un ejemplo.
En este sentido, las administraciones están asumiendo su papel de poner en marcha procesos de participación. Poco a poco, en Euskadi se ha dado en los últimos años un crecimiento sostenido de experiencias de participación ciudadana promovidas por ayuntamientos y entidades municipales: la “Agenda 21” es un símbolo de compromiso público y riguroso por parte de los municipios con una participación estructurada y con la mejora continua como base de funcionamiento. Seamos conscientes de la importancia que tiene el papel de la política en nuestras vidas y apostemos por implicarnos a la hora de estructurar la comunidad con el objetivo de ofrecer un mayor bienestar a todas y todos nuestros conciudadanos.
Mi artículo de opinión, hoy en Grupo Noticias.

sábado, 11 de agosto de 2018


Udako keinuak
Eguneroko lan erritmotik pixka bat aldentzeko izaten ditugun udako oporretarako publizitate iragarkietan, bai aldizkari zein telebista edota bidaia agentzietan, leku paregabeak, tenperatura egokietan gozatzen ari diren gorputz lirainak ikusten ditugu, paradisuzko paisaiak gerturatu nahi dizkigutelako, ametsak errealitate bihurtzen direla helarazi nahian. Horren eraginez, uda idiliko bateko kanta prestatzen saiatzen gara guztiok ilusio handiz: ongi informatzen gara, gidak erosten ditugu… eta hor sumatzen dugu lehen sentsazio arraroa, doinua ez datorrelako bat erritmoarekin.
Aipatutako bidaia liburu horien arabera dena da perfektua, ez dago arazorik inongo lurraldetan eta bakoitzaren ametsa asebetetzeko adina eskaintza dago: atseden hartu, leku eta istorio harrigarriak ezagutu, kultura eta hizkuntza ezberdinez gozatu eta, ilunabar ikusgarriak ikusi ondoren, ederki lo egiteko aukera eskaintzen digute, amets gaiztorik gabe noski. Baina sarritan eskaintza horrek ez digu asetzen eta marratik haratago joateko joera dugu. Orduan, bertaratu aurretik, beste iturri ezberdin batzuetako ura edanez, gure opor lekuen historiaz edo herrialde bezala izan dituzten konfliktoez irakurtzen dugu, etorkizun iluna iragartzen dieten hodei beltzak antzemateko.
Ikasturte osoko ipuin beltzei jarraipena emanez, udako hego haizeak ere ez ditu bere orriak eramaterik lortu. Etorkinen gaiak negar malkoz busti ditu, berriz ere, kontakizunaren orrialdeak, Mediterraneoko urak gaziago bihurtuz. Paradoxikoa da askoren gozamen lekua dena, beste askoren sufrimendu eta heriotzarakoa izatea. Zuri beltzean eta beldurrezko musika artean errepikatu zaizkigu itsasoan hildakoen irudi horiek begi ninietan, euren etxeetatik urruti noraezean dabiltzan pertsonak, diruari pertsonaren bizitzari baino balio gehiago ematen dioten trafikatzaileen hatzaparretan harrapatutakoak…
Aurreko mende batzuetan bezala, arazo larria da XXI. mendean bizitzea tokatu zaiguna. Europar Batasunak inor izan nahi badu gaurko egunean, irteera bateratua aurkitu behar dio egoera honi. Estatu bakoitza bere politika eta bere arazo soila konpondu nahian dabil eta bere errealitatea azaltzen saiatzen da, kolektiboari lekurik eskaini gabe; Batasunak elkarkidetza du bere jatorriaren oinarri. Erantzunak irizpide horietatik joan beharra dauka. Espainiako Estatuaren barruan gauza bera gertatzen da. Erakunde ezberdinen arteko elkartasuna eta lan bateratua izan behar du oinarri; Aquarius ontziarekin Pedro Sanchezen Gobernu berriak egin zuen lehenengotariko “keinua” publikoki eskertu nion Presidenteari Senatuko kontrol saioan egin nion lehen galderan, baina “keinuek” ez dute errealitatea asetzen eta mamiaz bete behar dira. Arazoa larria da eta beste politika batzuk eskatzen ditu; beste alderdi politikoekin adostu beharrekoak.
Ez da gauza bera Gobernuan edo oposizioan egotea; zentzu horretan, gai benetan zaila Kataluniarena izango da. Sanchezen Gobernuaren etorkizuna horri lotuta joango da; orain arte “keinuak” izan dira nagusi, baina udazken honetan gai honi behar den bezala heldu beharko zaio irteera logiko bat eman ahal izateko. Gutxienez, eskertzekoa da distentsiorako Exekutibo berriak erakutsi duen asmoa, baina Kataluniako gizarteak zerbait gehiago eskatzen du; hauek diotena entzun egin behar da eta horretarako hitz egiten utzi behar zaie.
Horretan, zeresan handia izango du Alderdi Popularraren jokabideak, oraintsu lider berria hautatzeko kongresua egin duen alderdiarenak. Gürtel sententzia, Pedro Sanchez Presidente egin duen zentsura mozioa eta Mariano Rajoyren dimisioaren ostean, Pablo Casado izango da kontserbadoreen presidentea aurrerantzean. Afera deserosoan murgilduta dago orain arte nirekin Europar Batasuneko Batzorde Mistoko kidea izan dena, bere ditxosozko masterra dela eta. Uda ostean, Auzitegi Gorenak erabakiko du erabaki beharrekoa, baina argi dagoena da erakutsi duen jokabidea ez datorrela bat nire barnean eta nire inguru hurbilean ditugun gazteek eta euren familiek dituztenekin. Master bat non 22 gaietatik 18 ez dituen ikasi behar izan, automatikoki gaindituta izan dituelako, ez da inolaz ere eredugarria bitartean beste gazte asko masterrak, graduondo ikasketak edo atzerrian kurtsoak egiteko esfortzua egiten duten bitartean, euren familien ahalegin ekonomikoa ahaztu gabe.
Uda honetan kontakizun beltz asko sumatu ditugu; zerrenda luzea da eta hurrengo egunetan azaltzen joango naiz; zalantzarik ez izan. “Kontatu beldurrezko ipuin bat!”, esaten zidaten umeek kanpinean lotara joan orduko. Noski, muga jarri behar zitzaion beldurrari, bestela gau luzea eta iluna egiten zitzaien, beraien irudimenetik sortutako pertsonaiak eta munstroak izaten zituztelako amets lagun. Hala ere, amesgaiztoetarako ez dago helduoi kontakizun beltzik belarrira kontatu beharrik udako ilunabar ederretan, nahikoa dugulako eguneroko gertakariei erreparatzea. Ez dakit Hobbes-en “Homo homini lupus” esaldia egia izango den ala ez, gizakia gizakiarentzat otsoa den ala ez, baina ez dago zalantzarik gizakion artean askotan krudelak garela eta elkartasun eta enpatia eza azaltzen dugula.
Ui! Beharbada, irakurle, esnatu egin zaitut udako oporraldietako siestako momentu goxo horretatik. Jarraitu ezazu amesten zure hurrengo irtenaldiarekin baina ez ahaztu irakurritako ipuin beltzetako kontakizunez, orri horien atzean sufrimendu hitzak daudelako. Ni ur gazietan murgiltzera noa ea itsasoko olatuek kontakizun ilun horiek argitzen dizkidaten. Uda on!
Nire iritzi artikulua, gaur Deian

martes, 31 de julio de 2018

Nazio bat gara
Santiyo eguna! Soineko zuria jantzi eta Villabonako amonaren etxera txipiroiak eta Tuteratik ekarritako meloia jatera joaten zirela gogorarazten dit emazteak, urtero, festa honen ospakizunetara Galiziara noala diodanean; Fogar de Breogán lurraldeetara, hango ereserkiak dion bezala.
Behar bada, denek ez dute herriko elizan Santiago beldurgarria ezagutu, bere kapa eta guzti, mairuen aurka  borrokatzeko prest, baina seguru sasoi honetako gau luze eta epelek sortzen duten parranda amaigaberako gogoa askok eta askok ezagutu izan dugula. Dena dela, ‘meiga’ eta Castelaoren lurraldera bisita egitea gustatzen zait egun honetan eta horrela egiten dut gure alderdiaren senatari bezala.
Aurtengoan, bezperatik, Ourensen dagoen Allariz herrian izan naiz. Bertako lagunekin afari herrikoira joan, norberak etxean egindakoa partekatuz, eta altxafueroak tarteko, gauaz disfrutatu dut. Giro ezin hobean eta sentsazio positiboekin, denok sentimendu berbera partekatu dugu: Herri bateko kideak sentitzen ginen, bakoitzak bere nortasun eta sentimenduaren jabe. Gehienak galiziarrak, jakina, baina beste batzuk, nire kasua tarteko, euskaldunak. Ilargipean, errekaren aldamenean, nazio zentzua dastatu dugu bertako ereserkia kantatuz.
Galiziako alkate asko ezagutzen ditut eta egun hauek animoak emateko aprobetxatu dut; datorren urtean hauteskundeak izango dituzte eta euren bizilagunen azterketa zuzena izango dute. Udal asko eta asko egoera latzak bizitzen ari dira: finantziazio eskasa, lur eremu oso zabalak eta gestionatzeko eskuduntzarik gabe. Madrilgo Gorteetan onartu zen azkeneko Udal Erreformak ere kalte handia egin die. Azken batean, Alderdi Popularreko Gobernuarekin kexu dira.
Aspaldiko garaietatik gaur egundaino jende askoren helmuga izan da Galizia: ‘Izarren bidea’ eginez, ‘Esnearen bidea’ jarraituz, Finisterre edo munduaren amaiera ikusteko eta, nola ez, azken mendeetan Santiago, hamabi apostoluetako bat, lurperatuta dagoen izen bereko hiria bisitatzera. Baina, nola aldatu diren kontuak, orain ez dugu ezta jai hartzen ere egun honetan, urte batzuetan behintzat. Gure herritarren gehiengoaren oporraldia San Inazioetan hasten da.
Gure lurraldean edozein bazterrak Santiyo izena eraman, eta gure artean hainbat Xanti, Jakoba edo Yago izateaz gain, Euskal Herriak beti izan du lotura munduaren amaiera tokia omen zen eremu horrekin. Galiziar jatorriko zenbat familia ezagutu ote dugun gure herrietan, euren etxea utzi eta gure fabrika edo itsas portuetara lanera etorritakoak. Bertan izan naizela, tolosarrak eta beste hainbat herrietakoak etorri zaizkit agurtzera, euren ikurriña erakutsiz, Euskal Herria eta Galiziaren eskuak lotuta doazela adierazi nahian.
Horietako asko hara eta hona ibiltzen ziren udaro: Allariztik Eibarrera, edo Oiartzunetik Pontevedrara; lepo zihoan trena hartuta, ordu amaigabeak irauten zituen bidaia luzean -hori katenaria askatzen ez zenetan-, baina oporraldian beraien herrietara itzultzen ziren, egun batzuetan behintzat, enpanadaz, pulpeiraz, olagarroaz eta queimadaz gozatzeko, baita bere adiskide eta familiartekoez eta bertako hizkuntzaz ere, noski.
Egunotan, gure hizkuntza zaharren mantentze lanetan aritzen direnekin bat egiteko aukera ere izan dugu. Xarmangarria da hizkuntzak eta hiztun kopurua haziz doazela ikustea, zailtasun eta arrisku handiak gaindituz Kantauri itsasoaren bi aldeetan. Santiago eguneko ospakizunetan galegoa izan da erabili den hizkuntza bakarra, normaltasun osoz; ereserkiak dioen moduan: “Os bos e xenerosos a nosa voz entenden e con arroubo atenden”.
Hizkuntza propioez gain, biok ere itsasaldeak eta landa guneak ditugu, baita herri eta hiriak; bi naziook, Galiziak eta Euskadik, Atlantikoaren ertzetatik mundura begira gaude. Jose Antonio Agirrek Europako herrien batasuna zuen amets, ideia hau asmo hutsa besterik ez zenean, eta saiatu zen kontinenteko beste politikariekin batera gure Europa askatasunaren herrialdea izan zedin. Orain gure garaia da, elkarrekin joan gintezke estaturik ez dugun nazioak Europan gure burua erakustera, partaide izatera. Gutxiengoa gara, baina gizarte anitz eta inklusiboa lortzea dugu helburu. Egun hauetan asko entzun dut ‘Galeuzka’ izena; hain zaila ote da bai Madrilen, zein Bruselan edo Estrasburgon, gure burua naziotzat hartzen dugunok hainbat lan elkarrekin jorratzea? Ez ote daude lotzen gaituzten ildoak eta korapiloak, elkarrekin askatzeko modukoak? Nazio anitzez osatutako Estatu espainiarrak oraindik ez du onartu askotariko errealitateak daudela bere barnean, onartu gabeko errealitate juridiko politikoak, eta ez du barneratu kultura eta gizarte ezberdinez osaturiko kolektiboak daudela.
Europa homogeneizazio eta globalizazio garaiotan osatzen ari da; eta horrek ezberdintasunak azpimarratzera eta zaintzera behartzen gaitu; diferentziak balore positiboa dakarrelako. Gurea, Herri ezberdinez osaturiko Europa da; eta kultur eta hizkuntz ezberdinak errespetatuz osatuko da etorkizuneko eta elkarturiko Europa. Herrialde txikiak gara baina beti izan dugu adorea arazoei aurre egiteko. Aurre egiteko, besteak beste, Madrilen deuseztatu nahi gaituzten alderdi politiko handi horiei. Arrain txikiek egiten duten antzera, banakako asko elkartu eta handi baten itzala egin, sendo eta trinko azaltzeko guztien aurrean.
Errekaren edo itsasoaren aldamenean, eta aukera izan baduzue, ilargi gorriari begira, ospatu itzazue egun hauek: Ribeiro zein txakolinarekin topa eginez; Rosalia de Castro edo Bizenta Mogelen bertsoak irakurriz; pazo edo baserri bateko lorategiko itzalpean; gaita zein trikitixa soinuak entzunez.
Nire iritzi artikulua, gaur Grupo Noticiasen. www.noticiasdegipuzkoa.com  www.deia.com

sábado, 21 de julio de 2018


Un dato y miles de palabras
El Estado español adquirió en septiembre de 2015 una serie de compromisos y obligaciones en el marco del programa de la Unión Europea para proteger a personas refugiadas. Si bien la obligación adquirida en el Consejo Europeo se debía cumplir de forma “plena, inmediata y urgente”, garantizando la protección internacional a 17.337 personas, la realidad es que hasta ahora el Gobierno ha acogido solo a 2.773. Detrás de estas cifras encontramos el compromiso de reubicar a 15.888 personas, provenientes tanto de Grecia como de Italia, y de realizar 1.449 reasentamientos. Aunque hay que reconocer que el grado de cumplimiento de estos últimos ha sido prácticamente completo, en las reubicaciones no se ha alcanzado ni el 10% de lo pactado.
El Estado español era plenamente consciente de que con este incumplimiento incurriría en una infracción del ordenamiento comunitario. Gracias al recurso presentado por la ONG “Associació de support a stop mare mortum”, a día de hoy el Tribunal Supremo ha confirmado que España ha incumplido las obligaciones contraídas con la Unión Europea. El Tribunal establece, en su segundo Fundamento jurídico, que las decisiones del Consejo exigen su cumplimiento pleno, inmediato y urgente; y, a la luz de los datos, es evidente que esto no ha sido así. De hecho, aunque el ordenamiento de la Unión permitía a los Estados Miembros solicitar una reducción de la cuota de personas refugiadas, el Gobierno del Partido Popular rechazó dicha opción, evidenciando que una cosa eran las “miles de palabras” que utilizaba públicamente y otra cosa muy distinta lo que en realidad hacía.
Así lo refrenda una conversación que tuve con una alta representante del Gobierno húngaro: “Nuestro discurso no será lo amable que es el de ustedes, pero se corresponde con lo que hacemos; no puedo decir lo mismo del comportamiento del Estado español. El discurso es uno, la realidad es otra”. El Ejecutivo de Madrid era consciente de que la ciudadanía no hubiera entendido que su país no se comprometiese solidariamente con el resto de Estados Miembros de la Unión, es por esto que se comprometió a algo que en realidad ni cumplió ni pensó cumplir.
Hoy, nadie duda de que el Mediterráneo es una ruta mortal. Hablamos de vidas humanas; de personas que mueren en el intento de alcanzar una vida mejor. Los datos de los últimos años con respecto a las muertes en esas aguas son escalofriantes: en 2014 murieron 3.283 personas; en 2015, 3.783; en 2016, 5.143; en 2017, 3.139; y en lo que llevamos de año ya han fallecido más de 792 personas. Desde 2014, son 16.140 las vidas humanas perdidas en el mar que baña el sur de Europa.
Una de las primeras acciones del Gobierno de Pedro Sánchez ha sido dar solución al problema del Aquarius. Más de 2.300 profesionales y personas voluntarias recibieron y cuidaron a quienes llegaban en un barco que ni Italia ni Malta quisieron recibir. Ha sido un gesto, positivo sin duda, pero que necesita de algo más para proteger cada día a quienes llegan en patera a nuestras costas. Europa no está logrando acordar y ejecutar una política común para dar respuesta y solución estructural a este problema de primer orden. No se contemplan vías legales y seguras de entrada, y las que existen no han sido efectivas o han dejado de aplicarse. No es comprensible que el reasentamiento y la reubicación acaben dependiendo únicamente de la voluntad de los Estados y de su decisión de aplicar o no el compromiso de solidaridad.
Esta cuestión merece una reflexión profunda y una estrategia compartida que conduzca a una solución justa y realista. Es cierto que no es lo mismo el migrante económico y el que tiene derecho de asilo. Es verdad también que cada vez hay un mayor cuestionamiento sobre las personas y organizaciones que defienden los derechos de las personas migrantes y refugiadas y que colaboran para garantizar su seguridad. Es innegable que los Estados de Europa del sur van a ver incrementadas las entradas en sus países por razones demográficas, porque África se encuentra a muy pocos kilómetros y las diferencias de renta per cápita entre los dos continentes son las mayores del mundo y siguen creciendo. Son realidades a considerar, sin duda, pero siempre para propiciar una solución estructural que sigue brillando por su ausencia.
Otra clave importante viene dada por el necesario trabajo conjunto entre todas las instituciones a todos los niveles. La estrategia tiene que ser común en la Unión y transversal en el ámbito institucional. Este no es un problema que se pueda o deba abordar de manera independiente. Aquí arrancan los problemas, porque la visión en el seno de la propia Unión Europea no es unánime: es diferente entre los países del este y los del sur, receptores directos de las personas migrantes. La actitud de los países de Europa central tampoco es la misma que la de hace unos meses. Estamos viviendo una creciente radicalización contra el proceso migratorio y no debemos olvidar que gran parte del euroescepticismo del que se alimentan los populismos se está produciendo por esta cuestión.
Podría seguir con “miles de palabras”, pero el “dato” objetivo y seguro es que este problema no va a desaparecer aunque cerremos los ojos. Nos va a seguir correspondiendo gestionarlo y una clave relevante será que dentro de los Estados Miembros los diferentes niveles institucionales se impliquen en la solución. La crisis migratoria está poniendo a prueba la capacidad del proyecto de la Unión Europea de cara al futuro. Una Unión que, incluso en los momentos más delicados, debe tener muy presente los objetivos fundacionales que justificaron su creación y entre los que hoy es necesario subrayar la defensa a ultranza del derecho a vivir en un espacio de paz, y la firme protección y garantía de los Derechos Humanos para todas las personas.
Mi artículo de opinión, hoy en Diario Vasco.

sábado, 14 de julio de 2018


Los británicos y la Unión
Han pasado dos años desde que el Reino Unido decidiera ser el primer país en abandonar la Unión Europea. Recuerdo aquel día del referéndum, en Edimburgo; nos levantamos esa mañana de San Juan y no dábamos crédito al resultado: la peor de todas las opciones, desde todos los puntos de vista, había ganado. Muchas veces decimos que la política adolece de paciencia y reflexión. Esta fue la factura: el Brexit.
Conforme se acerca la hora de la verdad, el de la salida sin retorno, el Reino Unido se va sumiendo en la incertidumbre; no encuentra responsables políticos con capacidad de asumir el liderazgo ante la situación creada. Tres de los principales responsables que condujeron a la ciudadanía británica a adoptar aquella decisión han abandonado el barco: tras el referéndum, dimitió el Primer Ministro David Cameron; poco después, el líder del antieuropeo UKIP, Nigel Farage; y el último, el euroescéptico Boris Johnson, uno de los grandes promotores del Brexit.
¿Quién se responsabiliza de la situación en la que se encuentra hoy la sociedad británica? Quienes propugnaron el referéndum pueden pensar ahora que aquella convocatoria pudo haber sido más meditada y ponderada, pero la decisión ya no tiene marcha atrás y la responsabilidad política consiste, precisamente, en asumir la realidad, decidir una estrategia y conducir la situación con determinación. Eso, hoy, brilla por su ausencia, para sorpresa y malestar tanto de europeos como de muchos británicos.
Tengo entre mis manos un fantástico libro de Juan Luis Requejo, ‘El sueño constitucional’, que recoge una apropiada cita de John F. Kennedy: “Los votantes nos eligieron porque confiaban en nuestro juicio y nuestra habilidad para ejercer este juicio desde una posición en la que podíamos determinar cuáles eran sus intereses, entendidos como una parte de los intereses del país. Esto significa que, dependiendo de la ocasión, debemos dirigir, informar, corregir y, a veces, hasta ignorar la opinión pública por la que fuimos elegidos”.
Juicio, habilidad y defensa de los intereses del país no es lo que hemos observado esta semana en el Reino Unido, donde se han producido dos dimisiones en el Gobierno, ambas relacionadas directamente con la falta de visión compartida, acuerdo y definición de futuro en torno al escenario post Brexit. No sabemos si el Ejecutivo en minoría de Theresa May podrá terminar la legislatura, lo que sí parece claro es que el Reino Unido va a salir de esta situación peor de lo que estaba. El tiempo avanza, los plazos se agotan y para noviembre tiene que darse un acuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido que no acaba de llegar.
Los británicos han optado por recuperar la soberanía que, como todos los países, habían cedido a la Unión Europea. No hay nada reprochable en eso, pero la realidad es que, tras el Brexit, recuperarán sus propias competencias en peores condiciones que cuando estas las gestionaba la UE. Esta es la paradoja de nuestra civilización en este siglo XXI de la globalización: si se respetan los principios de subsidiariedad y proporcionalidad que priorizan la prestación de los servicios por las instituciones más cercanas a la persona, con menor soberanía y en unión, se puede ofrecer más bienestar y seguridad a la ciudadanía que con más soberanía y en solitario.
La ciudadanía británica muestra, cuando menos, una preocupación colectiva. En esta era de los riesgos globales, intentar recuperar espacios de soberanía está abocando al país a un escenario de soledad. Además, el contrapunto para Europa puede ser positivo dado que el Brexit ha favorecido que los otros 27 Estados se hayan visto forzados a hacer prevalecer una estrategia de unidad al negociar las condiciones de salida del Reino Unido, provocando un efecto federalizador sobre la UE.
En cualquier caso, no llegan tiempos fáciles para el proceso de integración de la Unión Europea y debemos tener muy presentes las señales que el Brexit nos ha enviado: principalmente, la desafección de la ciudadanía con un proyecto en el que le cuesta creer. Como muestra el dato que presentó Ignacio Molina, investigador principal del Instituto Elcano, tras el último Consejo Europeo, hoy la mitad de los Estados miembros de la Unión, que representan más del 50% de la ciudadanía europea, están condicionados de manera importante por partidos euroescépticos o que no comparten la estrategia de integración de la Unión.
Los próximos meses van a ser claves en una negociación difícil porque el Brexit va a romper uno de los fundamentos de la Unión y una de las claves del proceso de integración: el mercado interior. La fórmula que vaya a aplicarse finalmente es incierta y no se descarta que se pueda necesitar más tiempo. De hecho, en los círculos comunitarios se ha comenzado a plantear la posibilidad de utilizar la fórmula de la suspensión de la aplicación del artículo 50 del Tratado de la UE, que posibilita la aplicación del procedimiento a través del cual un Estado Miembro decide retirarse de la Unión.
Esta situación no nos es ajena y afecta directamente a Euskadi dado que tenemos vínculos políticos, institucionales, económico-comerciales y sociales con el Reino Unido. En este sentido, el Gobierno Vasco, las instituciones públicas y diversas entidades constituyeron el pasado año la Comisión Brexit que seguirá trabajando para anticipar los nuevos escenarios y minimizar los efectos negativos que puedan presentarse como consecuencia de una decisión tan irreversible como indeseada. Confiemos en que los trabajos de esta Comisión, su estrategia compartida y una actuación tenaz permitan convertir los retos del Brexit del Reino Unido en oportunidades para Euskadi.
Mi artículo de hoy, en Grupo Noticias. www.noticiasdegipuzkoa.com www.deia.com

domingo, 1 de julio de 2018

Donde dije Trebiño…

Cuentan los alcaldes de Trebiño que, dependiendo de la zona del enclave en la que te encuentres cuando telefoneas a Emergencias, se puede activar el protocolo de Araba o el de Burgos. Algo parecido les debe ocurrir a los representantes del Partido Popular y del Partido Socialista cuando se trata de solucionar definitivamente este y otros problemas más graves y complejos del territorio. También en su caso, dependiendo de si el debate político se produce en Gasteiz o en Madrid, activan el protocolo de reivindicar su integración en Araba o bien el de rechazarla de plano.

Esta semana hemos vivido en el Senado el penúltimo capítulo de una reclamación que se remonta, al menos, hasta 1649. Existe constancia de que ya entonces se solicitaba que Trebiño se incorporase a la organización administrativa de Araba. Esta vez han sido Elena Ramírez y Roberto Ortiz de Urbina, alcaldes del Condado de Trebiño y La Puebla de Arganzón, quienes, a solicitud del PNV, han trasladado a la Comisión de Comunidades Autónomas la problemática diaria de sus vecinos, que tiene su origen en que la realidad administrativa no se corresponde con la geográfica y tampoco con la social ni la sentimental.

Lejos de compartir las palabras de Carmelo Barrio en el Parlamento Vasco, en las que aseguraba que su Grupo “está a favor de que Trebiño sea Araba, lo está, lo ha estado y, desde luego, es lo que queremos como Grupo Parlamentario y como partido vasco” (fin de la cita), la portavoz ‘popular’ en la Cámara Alta exigió el martes el respeto al Estatuto de Castilla y León. También acusó a Elena Ramírez de “dibujar un panorama que no se ajusta a la realidad”, al respecto de los problemas que enumeró, y llamó a “no dramatizar tanto sobre la situación en Trebiño”. Lo dicho, el PP aplicó el protocolo habitual y defendió en Madrid lo contrario que en Euskadi.

No quiero extenderme en detallar las muchas ocasiones en que las y los habitantes de ambos municipios han expresado en las urnas su mayoritario anhelo de integrarse a Araba, prefiero subrayar los datos expuestos por los alcaldes para ser conscientes de su realidad; el ejemplo más claro es que hoy “de 16 a 25 años, no tenemos jóvenes empadronados en Trebiño. Ninguno”, enfatizó la alcaldesa. Esto es así porque su vinculación familiar o práctica con la localidad burgalesa que les correspondería es casi nula; por el contrario, en Gasteiz encuentran las becas de estudios, cursos o de transporte que les “anima” a empadronarse en Euskadi.

Las discordancias administrativas y geográficas generan que, en realidad, en estos dos municipios esté empadronada solo la mitad de la población que en realidad reside en ellos. Otro ejemplo lo explica con claridad: sencillamente, no quieren tener que trasladarse 300 kilómetros hasta Valladolid cuando tienen que ser atendidos por un especialista sanitario.
A pesar de los pesares, la voz del PP en el Senado afirma que “no hay que dramatizar” con la situación de Trebiño. Eso es grave, pero lo es más cuando se lanzan estas aseveraciones sin sentido ante Iñaki Oyarzabal, senador alavés, quien escuchaba sin decir ni media palabra. Escondido tras su silencio, no tuvo a bien intervenir y dar cuenta de una realidad que conoce bien de cerca. Donde dije Trebiño…

En pocos meses llegarán las elecciones municipales y, en campaña, tanto PP como PSOE modularán su mensaje y tratarán de evitar el debate en ambos municipios. Es evidente que el caso de Trebiño escuece mucho en el PP y por eso, una vez más, no ha jugado claro. Han defendido la idea de realizar convenios puntuales para paliar los problemas, tal y como ambas Diputaciones han firmado recientemente en varias materias –eso evidencia que estos servicios no se daban de la manera más eficaz-. Como desveló en su día Iñaki Anasagasti, Mariano Rajoy les dijo en una reunión, cuando aún era ministro de Administraciones Territoriales, que si Trebiño estuviera en Guadalajara el asunto ya estaría resuelto, pero un referéndum para incorporar parte de Castilla al País Vasco sería la guerra o, más bien, un “peligroso” precedente.

La cita de la Comisión de las Comunidades Autónomas, la más importante de la que dice ser Cámara de representación territorial, ha llegado, tras más de un año sin ser convocada, casualmente cuando el PP ha perdido el sillón de la Moncloa. Mucho se criticó en su día que el Lehendakari declinara acudir a la Conferencia de Presidentes autonómicos cuando se trataban temas sectoriales pero, esta vez, los ‘populares’ no ven problema en que ningún miembro del Gobierno de Castilla y León acuda cuando se debate sobre “lo que preocupa a los trebiñeses”, como les gusta decir. El Gobierno Vasco sí estuvo representado por su Viceconsejero de Relaciones Institucionales, Peru Bazako, lo que muestra la importancia que da cada Comunidad a la cuestión.

Los antecedentes no invitan al optimismo y esperamos que la opinión favorable de todos los partidos para crear un Grupo de Trabajo que incluya a todas las instituciones implicadas para llevar a cabo una propuesta de resolución sobre Trebiño, no se utilice como herramienta para posponer decisiones y mantener el estatus actual. Por de pronto, hemos conseguido abrir esta vía de trabajo que va a ofrecer una nueva oportunidad para reconducir la situación y avanzar hacia lo evidente: que la voz de Trebiño sea escuchada y atendida cuando se trata de decidir su futuro.

Mi artículo de opinión, hoy en Grupo Noticias