viernes, 23 de diciembre de 2016

Conferencia a dos
El miércoles se llevó a cabo la reunión preparatoria de la Conferencia de Presidentes que se celebrará el próximo 17 de enero con los máximos mandatarios de las Comunidades Autónomas que componen el Estado español. Como ya anunciara hace varios días el Lehendakari Urkullu, ni en una ni en otra habrá representación alguna del Gobierno Vasco,
No se trata de una irreverencia por parte de nuestra máxima autoridad, que ya ha mostrado su total respeto por esta cita, sino de subrayar la singularidad del autogobierno de Euskadi, de nuestros derechos como nación histórica; ello motiva que reclamemos la necesidad de reactivar la vía de relación bilateral entre Euskadi y el Estado. Un trato de igual a igual. Por eso estimamos que Euskadi no debe estar representada en esta cita multilateral.
Soy consciente de que mucha gente estará en total desacuerdo con este punto de vista y que considerará esta demanda como un privilegio inaceptable, sin embargo, no es algo tan disparatado. De hecho, el martes mismo se llevó a cabo una reunión bilateral entre representantes de los Gobiernos vasco y estatal en la que se visualizó, en primer lugar, el deshielo que está produciendo en el Partido Popular la pérdida de la mayoría absoluta en el Congreso. Tras un periodo de glaciación de cinco años, la formación que sustenta al Gobierno, empujada por la necesidad, ha tenido a bien salir de su hibernación y responder a las llamadas al diálogo del Lehendakari.
El objetivo de la reunión era buscar algo tan básico para el entendimiento equitativo de ambas instituciones como el respeto por parte del Gobierno del Estado a las iniciativas legislativas tomadas por el Parlamento Vasco; concretamente, se ha centrado en explorar un acuerdo en torno a cuatro leyes recurridas por el Ejecutivo Central ante el Tribunal Constitucional: la Ley de Instituciones Locales de Euskadi, la Ley de Adicciones, la Ley de Iniciativa Legislativa Popular, y la Ley de reconocimiento y reparación de víctimas de vulneraciones de derechos humanos causadas por actuaciones de represión ilícita entre 1978 y 1999; iniciativas llevadas a cabo en su etapa, presuntamente, en funciones.
Sin duda, es positivo que el Gobierno del Estado se haya avenido a celebrar esta reunión a dos, aunque se trate de una reunión de carácter técnico y sin los máximos representantes políticos, y, posiblemente, sea fruto más de la debilidad numérica del Ejecutivo de Rajoy que de la verdadera voluntad de cambio. Allí se tratará también la retirada del recurso contra la OPE de la Ertzaintza, una denuncia que ataca frontalmente a una decisión tomada en la Junta de Seguridad, el órgano bilateral competente para establecer las dotaciones en la Policía Autónoma, en el que están representados la Consejería vasca de Seguridad y el propio Gobierno del Estado a través del Ministerio del Interior.
Respetamos profundamente la Conferencia de Presidentes, sin embargo, allí se van a desarrollar temas sectoriales y no temas de Estado; porque si se hablase de temas de Estado pediríamos que se hiciera de manera bilateral. ¿Por qué? Porque si se habla de Concierto Económico, ¿entre quiénes habría que hablar? ¿O si se debate sobre paz y convivencia? Es necesario un diálogo entre los Gobiernos vasco y central. El Gobierno vasco, las instituciones vascas, los políticos vascos somos quienes mejor medimos la verdadera temperatura de lo que está pasando.
Este fin de semana se han producido varias detenciones en torno a un presunto acto de desarme de ETA. Sin poner en duda que la mayor responsable de dejar pasar las oportunidades para poner fin a su execrable actividad ha sido la propia organización terrorista -abandonando los acuerdos de Lizarra-Garazi y de Loiola, o no sabiendo interpretar el claro mensaje que le hacía llegar la sociedad vasca-, esta actuación policial contra personas que trataban de contribuir a un final ordenado de ETA es un indicador de la escasa disposición del Gobierno de Rajoy a un diálogo en torno a un tema de capital importancia como el de la pacificación. ¿Cómo puede ser que desde septiembre de 2014 las relaciones entre ambos Gobiernos sean inexistentes? Lo positivo sería que se enfocase el tema de los presos, de la convivencia… Pero para eso el Lehendakari tiene que encontrarse a alguien enfrente en la mesa de diálogo.
Lamentablemente, la única relación que ha existido entre ambos Gobiernos en el último lustro glacial ha sido la que se ha producido a través de los tribunales; en mi opinión la peor manera de tratar de resolver los conflictos de nítido carácter político, incluso tratando de influir con herramientas con las que ido dotando al Tribunal Constitucional. Algo incomprensible. Por eso, consideramos imprescindible revertir la última reforma del Tribunal Constitucional, eliminando las medidas punitivas establecidas en caso de incumplimiento de determinadas leyes y, por supuesto, el recurso previo de inconstitucionalidad.
El Gobierno de José María Aznar llegó a modificar el código penal para tener la posibilidad de encarcelar al entonces Lehendakari  Ibarretxe, cuando se enfrentó a una situación similar a la que actualmente está viviendo el proceso catalán. No tiene sentido castigar a las realidades nacionales como Cataluña o Euskadi, sino que lo que procede es desarrollarlas a través de la política, en torno a una mesa. El Gobierno Central tiene que entender que aunque Cataluña y Euskadi seamos minorías en el Estado español, en nuestros respectivos ámbitos las realidades son diametralmente diferentes. Vivimos en un Estado plurinacional en el que hay diferentes realidades nacionales y, en tanto en cuanto no se entienda eso, nada va cambiar esa realidad; judicializar la política solo sirve para acrecentar el enfrentamiento.
Hay quien tilda nuestra posición acerca de la Conferencia de Presidentes como de un ‘farol’ propio de un partida de póker, otros desprecian nuestras demandas hablando despectivamente de ‘intercambios de cromos’, pero en nuestra manera de hacer política siempre ponemos las cartas sobre la mesa, boca arriba: la agenda vasca, el ámbito institucional, el Estatuto de Autonomía de Gernika, el autogobierno y el reconocimiento de la realidad nacional de Euskadi son nuestros ‘ases’ para jugar una partida de igual a igual; siempre con la bilateralidad como sistema de garantías.
Artículo publicado el pasado miércoles en Vozpopuli.

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